La amenaza directa de China a Estados Unidos por su ‘imitación’ de los ingredientes de los colosos navales
Con más de una década de desarrollo, la Armada china pisa los talones a la todopoderosa marina estadounidense. El principal acelerón: los portaaviones.

Con una flota de once superportaaviones de propulsión nuclear, la Armada de los Estados Unidos domina los mares. Unos buques del tamaño de bases áreas flotantes capaces de lanzar prácticamente de manera simultánea decenas de cazas desde cualquier punto del planeta, que hacen la hegemonía naval estadounidense indiscutible. El USS Gerald R.Ford es el baluarte militar: es el portaaviones más moderno y avanzado del mundo, equipado con catapultas electromagnéticas y una capacidad aérea superior a las 75 aeronaves. Sin embargo, el gigante asiático no se ha quedado de brazos cruzados.
Desde la botadura de su primer portaaviones, el Liaoning, en 2015 —basado en un casco soviético reacondicionado—, la Armada del Ejército Popular de Liberación ha evolucionado rápidamente. Hoy, China opera con otros dos super barcos más, el Shandong y el Fujian, y este último, equipado con su propio sistema de catapultas electromagnéticas, mira directamente a los ojos al Tío Sam. Sólo estos dos gigantes han desarrollado la tecnología necesaria para propulsar super cazas de esta forma.
Los planes de Xi Jinping van a más, y ya se trabaja en un cuarto buque, el Tipo 004, que podría incorporar propulsión nuclear, otro rasgo distintivo hasta ahora exclusivo de EE. UU. y Francia.
Observar y aprender
Pekín no se limita a copiar. Analiza y refuerza. Durante décadas ha adaptado el diseño de sus portaaviones para incluir, mejorar y fortalecer todas las tecnologías existentes para construir sus propios supermodelos. Pero no todo es camino de rosas. El dominio estadounidense se basa no solo en un hardware avanzado y pionero, sino en varias décadas de experiencia, infraestructura global y una ala aérea embarcada sin parangón.
Y es que actualmente, según el medio Popular Mechanics, Estados Unidos opera más de 600 cazas embarcados, incluidos los furtivos F-35C, únicos en su clase por ser lanzados desde catapultas. Estos se complementan con los Super Hornet y aviones de guerra electrónica EA-18G Growler. En la otra cara de la moneda, China aún es muy dependiente del J-15, derivado de diseño ruso, aunque tiene algunos ases en la manga como los nuevos J-35. Además, ha desarrollado su propio avión de alerta temprana aerotransportado, el KJ-600, similar al E-2 Hawkeye estadounidense.
La competencia se extiende también al uso de drones. Mientras EE. UU. se prepara para desplegar el MQ-25 Stingray como tanquero aéreo no tripulado, China, en el contexto de su cuarto portaaviones, ha lanzado el experimental Sichuan, orientado al uso de drones de combate como el GJ-11 y de reconocimiento como el WZ-7, según Popular Mechanics.
Aun con todo esto, la diferencia de escala sigue siendo abismal. Estados Unidos opera once portaaviones de cubierta plana; China, apenas tres. Y si bien los misiles antibuque modernos han planteado dudas sobre la vulnerabilidad de los superportaaviones, Pekín continúa invirtiendo en su desarrollo, lo que sugiere que aún los considera una amenaza estratégica significativa. Así, la carrera por la supremacía naval del siglo XXI sigue abierta, pero por ahora, EE. UU. continúa siendo el titán indiscutido de los océanos.
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