Un ballenero español renace 450 después de haber surcado los mares y el artífice lo tiene claro: “Es una vocación”
El objetivo de Alboala, el astillero que dirige Xabier Agote, es reconstruir barcos empleando los mismos materiales y las mismas técnicas de antaño.

Cuando somos jóvenes, nuestras aspiraciones profesionales suelen ser simples. Futbolista, bombero, astronauta… todos los niños sueñan con los mismos trabajos idílicos. Pero siempre hay un infante que destaca por su vocación única.
Este es el caso de Xabier Agote, quien desde pequeño hasta sus 54 años ha soñado con reconstruir el ballenero San Juan e imitar la ruta original. Este navío mítico naufragó frente a las costas de Canadá mientras faenaba en busca de ballenas francas, y se ha mantenido muerto durante 450 años, hasta que Agote ha decidido resucitarlo.
Oriundo del País Vasco, Agote se mudó a Estados Unidos para estudiar en la Escuela de Carpintería del Museo Marítimo de Maine, donde aprendió todos los conocimientos para traer de vuelta al mismo ballenero San Juan que una vez fondeaba las costas guipuzcoanas.
“Esto es una vocación artística, como un pintor o un escultor. De crío decidí que quería hacer las embarcaciones que ya no se hacían, las que ya nadie quería, las que veía con 9 años en el viejo puerto de San Sebastián junto a la fábrica de hielo y las rederas”, explica Xabier Agote en una entrevista con el periódico Expansión.
Y es que el objetivo de Alboala, el astillero que dirige Agote, es reconstruir barcos de la forma más fiel posible, evitando tecnologías modernas para adaptarse y mantener todos los materiales y las técnicas que los artesanos de antaño empleaban para construir sus barcos.
“Ejecutamos todo lo relacionado con la construcción del San Juan y otras embarcaciones históricas. Nuestra intención es recuperar todos los oficios relacionados con la construcción naval, la cordelería, la herrería”, explica Mikel Leoz, técnico de patrimonio marítimo de Albaola.
Además del taller, Albaola cuenta con un museo desde 1998 dedicado a las centenarias artes de la construcción de navíos y la reparación de barcos antes de la existencia de las tecnologías modernas y los sistemas GPS. Un lugar para conmemorar la dura vida del marino, que junto a sus compañeros cruzaban el atlántico para encontrar ballenas cuya grasa más tarde se utilizaría como aceite.
“Con Albaola se trata de dignificar ese patrimonio, desenterrar el pasado marítimo vasco, tan poco conocido, para decirle al mundo que durante siglos los vascos hicieron los mejores barcos del mundo”, asegura Agote.
La misma ruta
Tras ser descubierto en 1979, el San Juan se convirtió en uno de los barcos naufragados más estudiados del mundo, debido a su buena preservación y a su relevancia histórica. En consecuencia, los trabajos de arqueología han permitido recuperar partes enteras e incluso objetos de los marinos que se hundieron con el barco.
Comprometidos con la fidelidad histórica, y ayudados por los trabajos arqueológicos previos, tanto Agote como su equipo han planeado repetir la misma ruta de 6.500 kilómetros que los marineros hicieron una vez en busca de ballenas. Desde Guipúzcoa los navegarán hasta Groenlandia, y descenderán hasta la Isla de Terranova, Canadá, donde el San Juan se hundió una vez para resucitar 450 años más tarde.
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