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Las bodas en la nieve llegan a los Pirineos

Josefine y Ben se dan el “sí, quiero” en plena estación de esquí, una tendencia que empieza a ganar fuerza en los destinos invernales como Andorra.

Josefine y Ben esquiando en Grandvalira durante su boda.
Grandvalira Resorts
Ander Ordoño
Proveniente del ámbito de la producción audiovisual, su dilatada experiencia de más de 10 años siguiendo la actualidad de los deportes de acción le ha llevado a convertirse en una de las firmas más reconocidas del panorama nacional en este tipo de disciplinas.
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En Semana Santa, la estación de Grandvalira, en el corazón de los Pirineos andorranos, fue testigo de una boda tan singular como emotiva. Josefine y Ben, una pareja unida por la pasión por la nieve, celebraron su enlace en plena montaña, en una ceremonia que combinó deporte, naturaleza y romanticismo, y que podría marcar el inicio de una nueva tendencia en el mundo nupcial.

Su historia está estrechamente ligada a la estación: se conocieron esquiando y se prometieron en la pista Rossinyol, en el sector de Canillo. Por eso, elegir Grandvalira para su boda no fue una coincidencia, sino la culminación de un viaje conjunto.

La jornada comenzó con una sesión fotográfica en distintos puntos emblemáticos de la estación. Luego, la ceremonia tuvo lugar en Soldeu, con vistas espectaculares sobre la Vall d’Incles, en un entorno completamente nevado y bañado por la luz de la primavera pirenaica.

“Las bodas en la nieve son experiencias muy impactantes, tanto por su singularidad como por su entorno”, afirma Clàudia Lambies, fundadora de Emocions de Blanc, la empresa responsable de la organización del evento. Según explica, aunque en otros países son más comunes, en los Pirineos aún son escasas, lo que incrementa su valor como experiencia única.

Tras el intercambio de votos, la pareja sorprendió a los asistentes con un último descenso por las pistas, una forma simbólica de compartir su amor por el esquí con sus invitados. El banquete se celebró en el restaurante Jean Leon, donde la gastronomía de montaña puso el broche de oro.

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Con la infraestructura adecuada, paisajes de postal y una creciente demanda por bodas diferentes, Grandvalira se perfila como un destino emergente para este tipo de celebraciones. Las llamadas “bodas blancas” podrían convertirse en un nuevo reclamo turístico para los amantes de la montaña y las experiencias memorables.

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