Surf

Muere Clyde Aikau

Fallece a los 75 años una figura clave del surf de olas grandes en Waimea Bay y a nivel mundial, así como guardián del legado de su hermano Eddie.

Clyde Aikau con un collar de flores ante su tabla de surf roja durante una participación en el Eddie Aikau, campeonato de surf de olas grandes de Waimea Bay, en 2019
The Eddie Aikau
Marc Fontrodona
Nació en Barcelona en 1989. Se licenció en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona. Es el responsable editorial de AS Acción, el vertical de action sports del diario AS creado en 2016. Especialista y practicante de muchas de estas disciplinas, lleva contando historias de action sports desde hace más de una década.
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El mundo del surf ha perdido a uno de sus íconos más respetados. Clyde Aikau, leyenda de las olas gigantes y símbolo viviente del espíritu aloha, falleció este sábado en su casa de Waimanalo, en la isla de Oahu, a los 75 años, tras una batalla contra el cáncer.

Hermano menor del mítico Eddie Aikau, Clyde forjó su propia trayectoria como uno de los grandes watermen hawaianos. Comenzó a surfear inspirado por su hermano y, junto a él, fue pionero en el rescate de bañistas en las peligrosas aguas del North Shore como uno de los primeros socorristas de Waimea Bay.

Ganador del prestigioso Duke Kahanamoku Classic en 1973, Clyde escribió su nombre con letras de oro en la historia del surf al vencer la primera edición del Quiksilver in Memory of Eddie Aikau en 1986, una competición que él mismo impulsó para honrar la memoria de su hermano, desaparecido en el mar en 1978. “Usé la tabla nueva de Eddie ese día. Fue mágica”, recordaría años después.

Su compromiso con la cultura hawaiana y la comunidad surfista fue más allá de las competiciones. Fundó una academia para jóvenes surfistas y fue mentor de nuevas generaciones que hoy lo despiden con profunda iración. “Clyde representaba lo mejor del surf y de Hawai’i”, expresó Kai Lenny.

Incluso a los 66 años, participó en la edición de 2016 del Eddie, remando con un solo brazo tras lesionarse, en un acto que resumió su valor y conexión espiritual con el océano. “Ese día, dos tortugas me guiaron hacia la ola del campeonato. Una era Eddie, la otra era Jose Ángel”, contó en una entrevista.

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Con su partida, se cierra un capítulo irrepetible del surf en Hawái. Pero su legado —como el de Eddie— seguirá vivo en cada gran swell que golpee Waimea Bay.

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