De su escabroso incidente con Vieira a fichaje récord: así era Anelka, estrella en Londres y fiasco en Madrid
La leyenda dice que fue ‘abofeteado’ por un pene en el Arsenal, donde fue una centella, sedujo al Madrid con traspaso récord y se estrelló: “Me trataron como a un perro”.
Si se hiciera un ránking de los futbolistas más enigmáticos en el cambio del siglo XX al XXI, seguramente Nicolas Sébastien Anelka debería ser el top1. Genial cuando tenía la pelota y campo para quemar con ella, un Mbappé antes de Mbappé, que tomó la Premier por la pechera gracias a la confianza de Arsène Wenger. Días de cañonazos y rosas en el Arsenal que alimentaron una curiosa leyenda de vestuario por un supuesto escabroso incidente con Patrick Vieira y supusieron el traspaso más caro de la historia del Madrid en su momento (5.000 millones de pesetas, 30 millones de euros al cambio, en 1999). Un delantero indescifrable, poco comunicativo en el campo y menos aún fuera, retraído en un entorno complicado, una concha que nunca le hizo conectar con el madridismo. Pero aún hoy, asociar Arsenal y Real Madrid conduce invariablemente a pensar en Nicolas y sus circunstancias.
En un fútbol no tan veloz como el de hoy en día, Anelka era un superatleta. Acreditaba marcas de 5 segundos en 40 metros y 1,74 segundos en 10 metros lanzados. Una centella. Que llegó de tapadillo y baratito desde el PSG en una de las clásicas operaciones de Wenger, que por entonces se aprovechaba de la renuencia de sus competidores en la Premier a la hora de fichar ses. Sus 17 y 19 goles respectivamente en el por entonces aún durísimo fútbol inglés en las campañas 1997-98 y 1998-99 activaron el deseo de Lorenzo Sanz, que soltó la chequera con alegría. Pero antes de eso, el famoso incidente con Vieira. Cuenta la leyenda, nunca confirmada, que Anelka en un momento en el que el equipo estaba cambiándose en Highbury recibió una ‘bofetada’ en la cara de Vieira... con el pene. Cierto o no, ambos fueron y siguen siendo amigos, también en su paso con la selección sa. Allí, antes del Mundial de 1998, Anelka ya dio pistas de lo que se le venía al Madrid. Respondió a la fría forma en la que Aimée Jacquet le anunció su exclusión de la lista definitiva (estaba en la prelista) de Francia que Anelka se fue diciéndole a sus compañeros una frase para la historia: “Ahora tendré tiempo para sacarme el carné de conducir”.
En Chamartín no estaban preparados para lidiar con este pregaláctico. Ya de por sí reservado, no hablaba una palabra en español, era más conocido por su look (inspirado en el rap) de vestir una pernera de sus pantalones por la rodilla y encima no le hacía un gol ni a una portería kilométrica. Su primer tanto con el Madrid, a los cinco meses. La primera diana en Liga, ¡el 28 de febrero! Para colmo, terminó por agotar la paciencia casi infinita (ahí está la experiencia posterior con Ronaldo) de Vicente del Bosque. Se quejaba de que el sistema del técnico no le iba bien. Anelka se negó a entrenarse un día en una especie de huelga y la respuesta del club fue de aúpa: suspendido de sueldo durante 45 días, en los que se le prohibió hasta entrar en la vieja ciudad deportiva mientras aún estuvieran sus compañeros ejercitándose. El francés no acató precisamente bien el castigo: “Me han tratado como un perro”. Aquello fue el inicio de un fin cantado. Acabaría por ser el héroe en las semifinales de Champions del año 2000 con sus dos goles al Bayern (la eliminatoria terminó en 3-2 para los blancos) que envió al Madrid a París a por la Octava. En el 3-0 al Valencia, Anelka volvió a desaparecer. Y un mes después, lo hizo del Madrid. Vendido de vuelta al PSG, casi por la misma cantidad que fue vendido. Del mal, el menos.
Después de su salida del Madrid, entre tumbos en el PSG y una cesión controvertida en el Liverpool, hasta L’Èquipe se puso la misión de descubrir qué pasa por los pies y la cabeza de una estrella que parecía empeñada en estrellarse. Bajo el título ‘Mr. Misterio’, la publicación se adentró en la vida del ariete y de la que extrajo una conclusión, además de confirmar que su entorno era lo que hoy se denominaría ‘tóxico’: “Nicolas ama el fútbol, pero le parece vomitivo todo lo que lo rodea”. Quizá por eso no duró demasiado en ningún puerto. También paseó su peculiar manera de ser por Manchester City, Fenerbahçe, Bolton, Chelsea (sus mejores cuatro temporadas postArsenal), el Shanghai Senhua chino, la Juventus, West Bromwich y dos años perdido en el Mumbai City indio, a los 36 y muy venido a menos.
La comparativa con Mbappé y Netflix
Un fichaje que aún retumba en la memoria del madridismo y que volvió a venir a la cabeza cuando su compatriota Mbappé pareció replicar sus pasos. Anelka no lo cree. Ve a Kylian más preparado de lo que estuvo él. “Yo venía del Arsenal y los ses aún no eran considerados superjugadores en España. De hecho, llegué con un gran traspaso para la época, pero no era una estrella. Las exigencias, con lo que el Real había pagado por mí, parecían mayores. Tuve que justificar el precio rápidamente. Es diferente si llegas gratis”, aseguró el verano pasado en una entrevista. Un inconformista que pudo haber dado más de sí, pero que en su carrera luce títulos de campeón de liga en tres países diferentes (Inglaterra, Francia y Turquía), es campeón de Europa (esa Octava como madridista) y levantó la Eurocopa de 2000.
Es Anelka, recientemente intento (de nuevo fallido) de director deportivo, como no podía ser de otro modo carne de documental de Netflix, un talento malgastado o un incomprendido adelantado a su tiempo. Puede que ambas cosas.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí
Rellene su nombre y apellidos para comentar
Tu opinión se publicará con nombres y apellidos