Copa de Campeones | Real Madrid - Valencia
La despedida más amarga
David Otorbi decidió en el 95′ un duelo igualado. Aimar y Barroso marcaron un penalti por bando. Último partido de Arbeloa en el Juvenil A. El Valencia, a la final.
Dolor o gloria. No hay más. Porque ser Campeón de Campeones no es baladí. Dejar en la cuneta a un grande, menos. Y Real Madrid y Valencia lo son. Lo demostraron en El Toralín. Un choque de titanes. Goliath contra Goliath. Decidido por un aspirante a serlo. Por un extremo con colmillos. Que tiene a los grandes tras sus pasos y que debutó con el Valencia con 16 años. David Otorbi decidió cuando el reloj se quedaba sin arena. Tras un duelo con dos penaltis. Que terminó con pena máxima para Arbeloa. KO en el 95′.
Tras un cara a cara de tronío. De dos canteras llenas de joyas. Y con los planes claros. El de Arbeloa, que comenzará a hacerlo en el Castilla en breve, presionar. Dominar territorialmente para asfixiar. Con Diego Aguado y Fortea como lateral ‘extremos’. Con Cestero manejando y Yáñez y su regate despistando. El de Óscar Sánchez, muy similar. Aunque sin tanto ahínco, también morder en la salida. Plan personificado en cuatro tenores. Con Leslie y Otorbi como puñales en banda y Aimar, y sus 29 zarpazos, como colmillo principal. Con Jaume Durá como lanzadera. Choque de titanes. Quilates infinitos. E igualdad.
El silbatazo vino con declaración de intenciones. Aunque todo pudo cambiar con una jugada. Una roja no mostrada. Tras un pase milimétrico de Aguado, Fortea ponía rumbo a Raúl Jiménez, pero el derribo de Leslie quedó en nada. Había agarrón, pero no VAR. Y el Valencia no se quedó con 10 al cuarto de hora. Ya había avisado el propio Leslie con un desborde que no encontró rematador de milagro. Y Yáñez, con jugada sinónima en área contraria.
Mucho ida y vuelta. Mucha amenaza. Pero sin la dentellada final bajo el calor justiciero de Ponferrada. En parte por falta de clarividencia en tierra hostil. En parte por la gran labor de Lezcano, Lamini, Alós y Panach, centrales de piedra. En parte por dos porteros que entendieron la máxima de los días grandes. Estar cuando hay que estar. Primero Raúl Jiménez, sólido en una jugada embarullada y volador ante un zapatazo de Roberto Martín. Después, Javi Navarro, salvador frente a un Leslie que ya festejaba. La calma antes de la tempestad.
A toque de corneta
Que llegó tras el descanso. Como si en El Toralín hubieran tocado a rebato, el Madrid salió como el Séptimo de Caballería. Dominante. Afilado. Con hat-trick de ocasiones. Fortea, hasta la cocina y topándose con los guantes rivales. De nuevo el lateral, con un servicio que Roberto mandó mordido a un par de palmos de la madera. Amén de Yáñez, con un zurdazo con marca registrada que obligó a Raúl Jiménez a ponerse la capa. Pero, con todo cuesta abajo para los de Arbeloa, llegó el repecho. Un penalti que convirtió Aimar, sin dudar. Por un agarrón de Liberto dudoso, pero que no hizo dudar a López Vila. Un ochomil en forma de pena máxima.
Premio para un Valencia que se levantó antes de tocar la lona. Y lo hizo con un derechazo doble. El gol y la propuesta posterior. Porque Arbeloa movió el árbol y buscó remontar con su mayor arma, un pichichi en stand by por salir desde el banquillo, Jaime Barroso y 17 dianas. Pero Sánchez quiso defender hacia arriba. Sin entregar el balón. Así ganaron tiempo. Mucho. Tanto que el asedio no comenzó hasta los 20 minutos finales. Y ahí se terminaron los planes.
El Madrid, todo corazón. El Valencia, todo muralla. Un aluvión de llegadas. De centros. Con Diego Aguado y su guante llevando la manija. Con uno de ellos obligando a Raúl Jiménez a achicar. Con Jaime Barroso buscando pescar en río que no terminaba de revolverse. Pero, de repente, otro agarrón. Otro penalti. Otro gris. Y tampoco dudó López Vila. Ni Barroso, más pichichi. Con su 18º a la red. Sin ser titular, goleador en cuartos, goleador en semifinal. El colmillo para la supervivencia.
Y de repente...
Pero no a la gloria. Porque esa estaba reservada para el Valencia. Para David Otorbi. Para su testarazo in extremis. Cuando el reloj de arena no tenía granos. Cuando la prórroga tocaba la puerta. Con los jugadores entre calambres. Ahí sacó Jan Montes una zurda envuelta en un guante. Y en el segundo palo, como la una, apareció el extremo che. Un remate con el alma. Un remate del ‘bebé’ de La Quinta del Pipo. Un remate de campeonato. De luchar por él. Y de congelar la despedida del técnico blanco. Su último adiós al Juvenil A acabó en drama. Dolor para Arbeloa, gloria para Otorbi.
RESUMEN
Entrenador: Arbeloa.
Valencia: Raúl Jiménez; Monferrer, Panach, Alós, Rubi; Trigueros, Lucas Núñez; Otorbi (Asier, 100'), Durá (Fontanet, 79'), Leslie Okai (Montes, 79'); y Aimar (Rodrigo, 79').
Entrenador: Óscar Sánchez.
Goles: 0-1 (55'): Aimar Blázquez, de penalti. 1-1 (86'): Barroso, de penalti. 1-2 (95'): Otorbi.
Árbitro: López Vila (Galicia).
Estadio. El Toralín (Ponferrada).
La final
¿Y enfrente? Un coco. Será así. No importa el lado de la moneda. Betis o Deportivo. El subcampeón de las dos últimas ediciones o el ganador de 2021. Una final por todo lo alto. De nuevo en El Toralín y con el silbatazo a las 12:00. Frente a un equipo, el Betis, que trituró a los de Arbeloa en Copa (6-0). Que tendrá a Manu y Pablo García recién aterrizados desde Polonia. Contra un equipo, el Depor, que tiene una cantera de Primera. Que llega lanzado, como un tiro, tras desmenuzar al Tenerife (8-1 en el global). Dos ogros. Para ser Campeón de Campeones, duelo de titanes.
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