Giráldez (I): “Me formé en el Madrid, pero soy más de la escuela Barça”
El porriñés atiende a AS para explicar que se siente más identificado con el estilo de juego de La Masía, a pesar de que estuvo siete años en La Fábrica.

¿Cuál es su primer recuerdo del fútbol?
Pues seguramente Zorrilla sea uno de mis primeros recuerdos. Cuando tenía 3 o 4 años iba allí a ver jugar a mi tío a Valladolid (Pepe Lemos). Luego muchos momentos en el Lourambal, el campo del Porriño, donde empecé a jugar al fútbol con más edad. Después, ya un poco mayor, muchos días de venir a Balaídos a ver el EuroCelta, donde ya tengo más recuerdos y más nítidos.
Que su tío fuera futbolista imagino que multiplicaría esa iración por él.
Por un lado, sí. Y por otro, también lo naturaliza. Lo ves como algo normal porque es la profesión de uno de tus familiares, como podía ser empleado de banca o profesor. Yo siempre lo vi como algo muy normal y me ayudó a entender cómo se siente un jugador después de una victoria o de una derrota. Más que endiosar, me hizo naturalizar lo que era jugar en Primera División. Para mucha gente era un ídolo, pero en tu familia era uno más.

¿Ver jugar a su tío le metió más el gusanillo del fútbol en el cuerpo?
Evidentemente, sí. La verdad que atrae y atrapa ir a un estadio y ver lo que se siente allí, lo bonito y lo duro que es el fútbol en un mismo partido y todo el esfuerzo que hay detrás de una profesión como es el fútbol, pero también los momentos bonitos que la familia y el entorno vive con una persona que se dedica a esto. Ya con 4 años empecé a jugar, también mi primo, el hijo de Lemos, jugaba y es más de mi edad, así que nos retroalimentamos mucho en el pique futbolístico del día a día jugando en casa. Si mi tío no jugase al fútbol, seguramente no tendría el gusanillo tan pronto, pero lo llevo dentro.
¿Era el típico niño que llevaba el balón al colegio?
Siempre iba al cole con la pelota, al acabar las clases me ponía a jugar y solo me iba a casa cuando mis padres me obligaban porque se hacía de noche y no podía estar en el parque o en el campito de Porriño jugando con los amigos. Tengo un sobrino de 10 años que juega al fútbol y también le gusta jugar en la calle, pero es verdad que hoy en día es menos habitual. Está todo mucho más federado y se usa el ocio de otra manera. Los tiempos van pasando y hay que adaptarse a ellos.
Usted empezó a destacar pronto y fue con el Celta al mítico torneo de Brunete. ¿Cómo llevaba la popularidad?
Con naturalidad porque lo veía como un hobby. En mi vida pensé que podía ser mi profesión. Es verdad que te comparas con la gente de tu edad y ves que más o menos se te da bien. La llamada del Celta en alevines para jugar en Brunete me hace mucha ilusión y me hace pensar que puedo seguir jugando a un nivel medianamente bueno en esas categorías. Luego, en infantiles me llamó el Real Madrid y me fui para allí, entonces lo ves como algo más serio, donde tienes que poner todo tu empeño y verlo de una forma casi profesional porque entras en una estructura muy grande. Pronto empiezas a madurar y ver que te puedes dedicar a eso.
“Jugaba mucho al PC Fútbol, fue un juego que nos hizo ver el fútbol de otra manera a los de nuestra generación”
Giráldez
¿Jugaba de niño a ser entrenador?
Sí, de hecho, mis primeros recuerdos de leer son con documentos que había de extra liga, con álbumes de cromos haciendo alineaciones. Era un poco friki de saber mucho jugador, de fantasear con las alineaciones de los equipos que te gustaban o de las selecciones. Esa inquietud me hizo formarme pronto, con 19 años ya empecé el curso de entrenador. De pequeño, jugaba mucho al PC Fútbol, que creo que fue un juego que nos hizo ver el fútbol de otra manera a los de nuestra generación.
¿Cómo se entera de la llamada del Real Madrid?
Estaba jugando la Vigo Cup con el Porriño porque no había decidido irme al Celta en ese primer año de infantiles. La verdad es que hice un buen torneo, ganamos la final contra el Celta y me eligieron mejor jugador. Al acabar esa final, mi entrenador me comunicó que le habían llamado del Real Madrid para que fuera a hacer una prueba en agosto. Fui hasta allí un poco por vivir la experiencia, me encontré cómodo, vi que tenía nivel para ser importante en ese equipo y tomamos la decisión de quedarme allí. Mis padres venían todos los fines de semana, hicieron ese esfuerzo que no era nada sencillo, y fue una experiencia que me enganchó desde el primer día y que vi que podía ser importante para mi vida.
¿No hubo mucho debate interno en casa?
Hubo, hubo. Al final, respetaron mi sueño e hicieron ese esfuerzo para estar conmigo. Creo que, si no pudiesen venir todos los fines de semana, era demasiado pronto. Ahora que soy padre, veo el acto de generosidad que tuvieron conmigo. Yo tenía claro que podía ser importante allí y que era algo bueno para mi futuro. Me dio tranquilidad cómo funcionaban allí, la educación que nos daban, cómo nos trataban en la residencia y la persona que estaba a nuestro cargo.
¿Cómo recuerda la primera noche lejos de casa?
Era otra época, ahora somos mucho más protectores con los niños y parece que siempre tienen que estar bajo nuestro regazo. Estuve los primeros quince días con mis padres y con mi hermana. Lo viví con naturalidad. También estaba Pedro Mosquera, que nos conocíamos de la selección gallega y eso también me dio tranquilidad y les dio tranquilidad a las dos familias. Nunca tuve la sensación de soledad. Me acogieron muy pronto en el equipo, hice amigos enseguida. Lo vi como cuando cambias de colegio o de equipo.
¿Cómo era la vida en aquella residencia?
Estudiábamos en el colegio donde vivíamos, en el SEK de Madrid. Allí estábamos hasta las 4 o 5 de la tarde, que era cuando nos íbamos a entrenar en bus. Luego volvíamos y había que estudiar. Estaba siempre enfocado en sacar rendimiento académico y deportivo, con muy poco tiempo para hacer otro tipo de actividad. Me gustaba estudiar, se me daba bien y vi que también tenía que progresar en ese aspecto. Si hubiese suspendido alguna, mis padres me hubieran traído de vuelta. También me divertía y lo pasaba muy bien con mis compañeros en el colegio.
Disfruté como espectador de los Galácticos y luego tuve la suerte de entrenar con el primer equipo en el tramo final de esa época”
Giráldez
Usted vio de cerca a los Galácticos. ¿Cómo fue aquello?
La verdad es que fue un mundo totalmente nuevo para mí. Todas las estrellas que ibas viendo en distintos equipos, acababan en el Madrid. Yo llegué el año de Zidane, que fue el segundo gran fichaje después de Figo, y después vi como llegaban los demás: Ronaldo, Beckham, Owen… Disfruté como espectador muchos partidos y luego tuve la suerte de entrenar con el primer equipo en el tramo final de esa época, con Sergio Ramos, Robben, Sneijder…
Sale del Madrid para fichar por el Atlético y después vuelve a Galicia. ¿Cómo fue ese proceso?
Fueron dos veranos en los que tuve opciones para tomar decisiones mejores y haber podido encontrar caminos para el fútbol profesional ya en ese momento. Opté por decisiones que a la larga se demostraron que no fueron las mejores para mi carrera. Cuando salí del Madrid B, tenía opciones de regresar al Celta B, pero preferí continuar en Madrid por mi carrera universitaria. En la siguiente ventana ya tenía claro que quería volver para Galicia porque tenía la carrera más encaminada y podía compaginarlo. La morriña me hizo tirar para aquí. Hubo dos vías, la académica y la personal, que me hicieron no tomar las mejores decisiones y no haber aprovechado trenes mejores a nivel deportivo. El responsable de las decisiones soy yo, podía haber hecho más por ser mejor como jugador. Ese aprendizaje me sirve ahora para aconsejar a los jóvenes.
¿El Giráldez entrenador qué consejo le hubiera dado al Giráldez futbolista?
Que fuese más al gimnasio, que se esforzase más, que escuchase… Dentro de que era una persona centrada, tenía claras mis ideas y cómo quería ser como jugador. Me conformé con tener cierta calidad en la izquierda y con entender el juego. Creo que en el fútbol hay mucho más, tendría que haber explotado mucho más el aspecto físico, con mucho más trabajo fuera del campo, cuidando más mi alimentación… Tenía que haber escuchado más a los que me exigían que mejorase esa parte de mí.
“Me arrepiento de haberme ido tan pronto para Madrid por el tiempo que pasé de menos con mi familia. Es algo que pensé mucho cuando falleció mi padre”.
Giráldez
¿Le da pena no haber tenido una carrera futbolística más brillante?
Yo, sinceramente, siempre me vi carencias en lo físico, algunas que se pueden mejorar y otras que no. Era un jugador lento, no demasiado fuerte en el o. Nunca se sabrá. Estoy contento con la carrera que tuve, me retiré a los 30 años porque quise. Fui capaz de vivir del fútbol hasta los 30 años, fui capaz de formarme para entrenar, estoy en el fútbol profesional como entrenador y no le puedo pedir más al fútbol. Me arrepiento, a lo mejor, de haberme ido tan pronto para Madrid por el tiempo que pasé de menos con mi familia. Es algo que pensé mucho cuando falleció mi padre, pero son decisiones que tomas pensando en tu vida y que me hacen ser la persona que soy, de la que estoy orgulloso, y que me han dado una fortaleza mental para superar palos que he tenido en la vida o ser más disfrutón de los momentos buenos.
¿Cómo le han cambiado la vida esas pérdidas familiares y también la paternidad?
A veces piensas que la gente que está a tu alrededor no se va a morir nunca. Cuando hay una enfermedad a largo plazo, te vas mentalizando, pero hay veces que no es así. Te pega un choque de realidad y a relativizar los problemas, a ser consciente de que hay que aprovechar al máximo los momentos de la gente que está a tu alrededor. Es una lección que a mí me queda para siempre. A veces, cuando un pequeño problema te ahoga, te hace relativizar y entender un poco de qué va esto, de qué va la vida. Con los hijos me ha servido para perder el egoísmo, a poner a otras personas por delante de ti y a saber que tienes que intentar ayudar a tu familia para que salga adelante, que sean personas de provecho en el futuro. Ahora también valoras lo que tu familia ha hecho por ti y que en ese momento tú no valorabas. Estoy aprendiendo a ser padre todavía.
¿Estas cosas sirven para entender que no hay que montar un drama por perder un partido de fútbol?
Sí, creo que esa parte a mí me hace tomar las decisiones libres, me hace estar tranquilo con lo que decido y esforzarme al máximo en lo que hago porque quiero crecer, pero sabemos que nos equivocamos y que va a haber derrotas, momentos complicados. Me ha tocado vivirlos como jugador y me ha tocado vivirlos a nivel personal en cosas mucho más importantes que el fútbol. Eso no significa que no te dé igual lo que pase ni que te mate lo que pase, hay un término medio.
¿Algún entrenador le ha marcado especialmente en su etapa de formación?
Si tuviese que decirte dos, los que más me han marcado son Alejandro Menéndez y Abraham García. Con Abraham trabajé en el Real Madrid y en el Atlético, a Alejandro lo tuve en el Madrid y luego también en el Celta. Cuando él entrenaba al filial, yo entrenaba al Cadete y era su analista. Son dos personas de las que aprendí mucho en lo futbolístico, en lo humano, en la gestión.
“La irrupción de Cruyff en el fútbol es uno de los momentos más determinantes”
Giráldez
Usted pertenece a una generación que creció con Cruyff y a usted le comparan con Guardiola. ¿Cuáles son sus referentes a nivel global?
Has dicho dos que son muy importantes. La irrupción de Cruyff en el fútbol es uno de los momentos más determinantes. Aquí me tocó mucho en el corazón la etapa de Luis Enrique, creo que cambió muchas cosas en el club en la forma de trabajar. A Del Bosque también lo he visto trabajar mucho y iro su gestión, su naturalidad, su tranquilidad. Es un gran referente. Te diría a Guardiola, a Luis Enrique, a Berizzo, a Unzué, a Coudet, que es el primer entrenador de Primera con el que tuve mucho tiempo para conversar.
Se formó en el Madrid, pero le han marcado entrenadores de la escuela Barça.
Me siento más identificado con el estilo de juego y con la forma de proceder con la cantera. Es más similar a lo que hacemos aquí y a lo que yo creo. En el Madrid te he dicho Del Bosque y te podría decir Ancelotti u otros entrenadores que han sido, en otro tipo de cosas, brutales y rompedores, con un mérito y un valor espectacular para el club. O Simeone y otro tipo de entrenadores. Respeto todas las formas de jugar y estar tanto tiempo en la élite es para irar y para valorar. Ojalá podamos hacer la mitad de lo que ellos han conseguido.
Su etapa final de jugador y la inicial como entrenador fue en Porriño, en su casa. ¿Cómo le marcaron aquellos años?
Hice de todo en Porriño. Jugué diez años en las categorías inferiores, soy socio desde que nací, vivo al lado del campo, mi tío jugó y entrenó allí, mi primo fue jugador allí, mi hermana fue directiva… Es un club al que queremos mucho. Yo era ayudante del Cadete con 20 años y siempre he estado vinculado al club. Cuando me tocó acabar mi carrera de jugador allí, ya empecé a meterme en labores de coordinación, a entrenar a equipos juveniles y cadetes e incluso a montar la dirección deportiva del equipo, a firmar jugadores, a convencer a amigos para que fuesen allí a jugar, buscando patrocinadores, hablando con el ayuntamiento para subvenciones… Vi el fútbol desde todos los prismas y fue un aprendizaje descomunal. Me hizo entender lo que pueden pensar todas las personas con las que trabajo ahora y entender lo que es una estructura de club.

También tiene la visión del periodista. ¿Sacó la carrera por vocación?
Sí, sí. Me gustaba de siempre y tenía que estudiar periodismo porque sentía que podía ser un buen futuro para mí. Era una salida más laboral para mí, siempre orientado al periodismo deportivo.
¿Usted sería más duro con las preguntas en las ruedas de prensa?
Seguramente sería un poco más incisivo. Preguntaría muchas cosas de fútbol, muchas cosas tácticas y tal. En las ruedas de prensa entiendo que no toca porque tendríamos que poner una pizarra, videos… Pero sí que me gustaría entender porqué los entrenadores toman sus decisiones. Tenemos que naturalizar más lo que se dice en rueda de prensa, no darle tanto bombo para bien o para mal.
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