Espanyol

Romero, del cumpleaños más doloroso a un exultante renacer

Su Torrent natal quedaba arrasado por la DANA el día que cumplía 23 años. Después, su rendimiento bajó. “Me echo la culpa a mí mismo”, confiesa, convertido en héroe del Espanyol y villano del Madrid.

1-0. Carlos Romero celebra el primer tanto.
JAVIER GANDUL
Iván Molero
Llegó al Diario AS como estudiante en prácticas en 2002, y desde que se licenció en Periodismo por Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull, se ha especializado en la información del Espanyol, sobre el que también ha co-escrito libros, todo ello atendiendo al seguimiento de otros equipos, deportes y eventos desde la delegación de Barcelona.
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Cumplía 23 años Carlos Romero aquel martes 29 de octubre, aparentemente inocuo y por tanto idóneo para celebrar, y más en su caso por un inicio de temporada redondo, cuando todo cambió. Titular en 11 de las 13 primeras jornadas de LaLiga con un Espanyol en el que había recalado cedido por el Villarreal, el tiempo se detuvo en Torrent, la localidad donde nació y se crio, siendo una de las más afectadas por la terrible DANA de Valencia.

Tendría que estar levantando barro, como están haciendo mis amigos”, se lamentaba, ese fin de semana siguiente, tras jugar contra el Barcelona en Montjuïc, pero con la mente inevitablemente puesta en su tierra. “Es una situación que me jode: yo estar aquí jugando y no poder ayudar a los que de verdad lo merecen”, constataba el lateral zurdo, consternado por los 11 fallecidos y las innumerables pérdidas materiales en Torrent, y el inmenso dolor de sus paisanos.

Siguió sumando alguna titularidad más Romero tras aquellos sucesos, pero abruptamente pasó de indiscutible a suplente. En los dos últimos meses, tan solo había sido de la partida ante Osasuna (0-0). Así que la baja por lesión de Brian Oliván le brindaba, este sábado, una segunda oportunidad para reivindicarse. O para hundirse, porque coincidía nada menos que con la visita del Real Madrid al RCDE Stadium. Héroe o villano.

Y literalmente se ha encarnado en ambas cosas el futbolista valenciano, pues su gol -el segundo que anota, tras participar de la victoria ante el Rayo Vallecano (2-1)- inyectó litros de adrenalina y euforia entre la parroquia perica, mientras que ha provocado la furia del entorno madridista, al considerarle merecedor de una tarjeta roja en una entrada previa a Kylian Mbappé.

Más allá de valoraciones y polémicas arbitrales, y después lógicamente de celebrar por todo lo alto la victoria ante el Madrid en el vestuario perico, tuvo Romero incluso un tiempo para la pausa. Para sentarse en la sala de prensa del RCDE Stadium y hacer un examen de conciencia.

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“Los jugadores pasamos por muchos momentos, y yo me echo la culpa a mí mismo, sé que bajé el rendimiento, que no tuve el nivel del principio”, confesó, sobre los motivos que le llevaron de la titularidad casi innegociable al banquillo. “Pero mentalmente me considero muy fuerte. Este año venía aquí a crecer, a curtirme, y esto de estar sin jugar me ha venido bien para saber dónde estoy”, se reafirmaba Romero, que ha renacido de una manera soñada por cualquiera.

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