Vercellone, el hacedor de Zamoras
El preparador de porteros rojiblanco que está detrás de los seis de Oblak... y de los dos de Courtois en el Atlético.

Jan Oblak lo resumía en una frase en sus historias de Instagram ayer: “Mucho trabajo y esfuerzo por tu parte, Pablo, para ayudar a conseguirlo”. ¿El qué? Eso que ya es historia de la Liga: el sexto Zamora del esloveno en la Liga. El único en conseguirlo. Víctor Valdés y Ramallets quedaron atrás con sus cinco, los mismos que hasta la 24-25 también tenía Oblak, el techo en la historia de la Liga. Oblak ha sido el portero menos goleado, con 30 goles recibidos en 36 partidos y un promedio de 0,83 por partido. Y con algo común: ese Pablo al que el guardameta aludía en su mensaje. Vercellone. El hacedor de Zamoras.
Porque no solo es el lugar común de los cinco conseguidos por Oblak: en las últimas 13 temporadas (de la 12-13 a la 24-25) está detrás de ocho Zamoras, esos seis de Oblak (cuatro de ellos logrados de manera consecutiva, de la 15-16 a la 18-19) y los dos que Courtois logró en el Atlético (12-13 y 13-14). Pero ¿quién es Pablo Vercellone? De momento una curiosidad: es el único miembro del cuerpo técnico con el que Simeone llegó al banquillo rojiblanco, allá por diciembre de 2011, que se mantiene en el club. Y con resultados.
Nacido en Ensenada, Argentina, en 1968 (57 años) su camino se unió al del Cholo en 2006, cuando Simeone llegó como entrenador a Estudiantes con el Profe Ortega y Nelson Vivas y le faltaba un preparador de porteros. El enlace entonces fue el que hoy es su segundo en el Atlético, Nelson Vivas, que le conocía por su trabajo en la cantera. Acompañó a Simeone en River y en San Lorenzo y Lo de los Zamoras lo trajo a España ya de Argentina: en su país ya logró que Andújar fuese el meta menos goleado con Estudiantes en el Apertura 2006 y luego Carrizo con River en el Clausura 2008. Su método es lograr hacer de lo difícil algo fácil, con entrenamientos específicos desde hace años y con mucho énfasis en el partido real.
Del sí en una hora al piso con el Cholo
Hombre discreto, hace unos meses, en un reportaje en Relevo sobre su figura, un exfutbolista, cuyo nombre no se precisaba, recalcaba precisamente eso. Su saber estar. “Es un tipo que sabe qué lugar ocupa en el cuerpo técnico y el vestuario. Respeta los espacios de los jugadores y esto parece fácil, pero no lo es, eh. Es muy importante para un jugador esto”, señalaba. Lo curioso es que Vercellone no estaba en la prelista inicial de ayudantes con la que Simeone se iba a venir a Madrid cuando firmó por el Atleti. Vercellone era segunda o, incluso, tercera opción. Ya no había viajado, de hecho, en su salto justo anterior. El de Europa, cuando el técnico entrenó al Catania (2011). “Yo no iba al Atlético, pero el entrenador de arqueros se rompe la rodilla o venía de una operación. El otro que venía no le gustaba tanto y me llama la hermana de Diego, Natalia. Cuatro o cinco veces. Y ese día, 28 de diciembre, a las diez de la noche, yo viajo a Madrid. Me dio una hora para decidirme”, contaba el propio Vercellone en 2013, en un programa de la televisión argentina, Firma y Aclaración.

Una hora que cambió la vida para siempre de este guardameta que, en ese momento, trabajaba en una empresa de seguridad con su padre y que había debutado el 2 de marzo de 1986 en la primera argentina con Estudiantes en un partido en la Bombonera, frente a Boca, y que no volvería a jugar, desarrollando su carrera en la quinta división (Defensores de Cambaceres, 88-89; Defensa y Justicia, 90-93; Los Andes, 94-95 y All Boys, donde colgó los guantes en 1997). Porque, obviamente, dijo que sí a Natalia y al Cholo. Los primeros meses en el Atlético, de hecho, compartió piso en Majadahonda, muy cerca de la ciudad deportiva rojiblanca, con el entrenador y Pepe Pasqués, jefe personal de Simeone desde su etapa en Argentina hasta 2020 (“en la cocina estaba yo solo, el Cholo en la parrilla y Pepe comía nada más”, confesaba en aquella misma entrevista).

Aún vivían todos juntos cuando un portero a sus órdenes en España, se convertía en el menos goleado, el Zamora de la Liga para el Atleti en la 12-13, que no veía a uno de sus metas alzarse con esa distinción desde que lo hiciera Molina en la temporada del doblete (95-96): Courtois. El promedio del belga aquel curso fue de 0,78 goles encajados por partido (de hecho, en el mensaje que escribió en redes cuando tuvo que abandonar el Atleti en 2014 para regresar al Chelsea, equipo por el que estaba cedido, el agradecimiento al trabajo de Vercellone estaba al inicio de su agradecimiento). Una cifra que disminuyó al año siguiente, la 13-14, la primera Liga rojiblanca con Simeone al frente del banquillo, a 0,65. La 14-15 el Zamora viajaría a Barcelona (Claudio Bravo, 0,51 de goles encajados por partido) pero es que, entonces, Oblak aún se estaba asentado en la portería del Atleti, cuya titularidad tuvo Miguel Ángel Moyá hasta que, en un partido ante el Leverkusen de Champions, el portero mallorquín se lesionó y el esloveno tomó el relevo..., para grabar su nombre en oro en el Atleti con sus guantes embalsamados en milagros. Los cuatro Zamoras seguidos (0,47 de promedio en la 15-16, 0,72 en la 16-17, 0,59 en la 17-18 y 0,73 en la 18-19). El quinto lo lograría el año de la segunda Liga del Cholo como entrenador rojiblanco (20-21, 0,66 de promedio). El sexto, el hito, el nuevo techo, este mayo. Con Vercellone de nuevo en la sombra, pero como parte fundamental de esta historia. Pablo, el hacedor de porteros.
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