ATLÉTICO

Vitolo y ese viaje Las Palmas-Atleti que no funcionó

El canario fue un jugador de ida y vuelta entre los dos equipos, del que ambos esperaban todo... Y se quedaron en nada.

Vitolo, con Las Palmas. Ese intercambio fallido Atlético-Las Palmas.
Carlos Diaz-Recio
Patricia Cazón
Patricia Cazón Trapote nació en Zotes del Páramo, León, en 1980. Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca y Master de El País trabajó en El Diario de León y El País Semanal antes de llegar a AS en 2004. Cronista del Atlético desde 2016, es autora de cuatro libros y tertuliana en El Golazo de Gol y Estudio Estadio.
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Hace unos meses que Víctor Machín Vitolo (Las Palmas de Gran Canaria, 1989; 35 años) se retiró del fútbol. Vive en Las Palmas, sale en bici, acude al gimnasio, está con su familia. Una vida tranquila para un futbolista en el que es inevitable pensar si Atlético y Las Palmas juegan. Hace ocho años fue el gran fichaje del Atlético. En aquel verano de 2017 condicionado por la sanción FIFA que impedía al club rojiblanco inscribir jugadores en las dos ventanas del año. ¿Qué suponía eso? Pues que el Atleti al fin acometió el fichaje de Vitolo, viejo deseo del Cholo, pero como hasta enero no iba a por jugar con la rojiblanca lo cedió hasta enero en el mejor equipo posible: Las Palmas, ese de cuya cantera había emergido. Un plan que, sobre el papel, sonaba perfecto. Otra cosa es lo que en realidad sucedió.

La salida traumática de Vitolo del Sevilla condicionó todo. Estandarte en el Pizjuán, donde jugó de 2013 a aquel verano, su salida estuvo rodeada de polémica. Porque el club andaluz anunció primero su renovación, por un acuerdo que tenía con su padre y con su representante, pero el futbolista se fue pagando la cláusula de rescisión (”se pudo hacer mejor”, reconocía el propio jugador hace tres años). La afición hispalense, que hasta ese momento le adoraba, le crucificó. Todo empezó de nalgas. Y de nalgas siguió, como en un mal de ojo. Porque Vitolo, hasta el momento jugador de pocas lesiones, de 2013 a 2016 de hecho solo había sufrido cuatro, comenzó a encadenarlas sin fin. Ya solo los dos primeros años sufrió 26, negándole la regularidad. Todo comenzó en Las Palmas, donde tampoco pudo jugar en esos tres meses de cesión por tres lesiones, una de rodilla y dos musculares. Total, que cuando llegó al Atlético lo hizo sin ritmo y el deber de acoplarse al sistema de juego del Cholo, a cuyo equipo había regresado Costa, con esa mili ya pasada, lo que en la comparación palidecía la figura de Vitolo.

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Tan cierto eso como que, cuando el futbolista canario lograba encadenar varios partidos sin lesiones, se hacía titular para Simeone con sus conducciones, diagonales y desequilibrio. Era un jugador distinto, de talento, pero la primera temporada, esa que ya comenzó mediada logró encadenar como máximo solo seis partidos. La siguiente ni siquiera llegó a eso. Lo máximo fueron cinco. Una tortura. Un vía crucis. Ni las cesiones funcionaron. Ni a Getafe, primero, ni a Las Palmas, después. El gran Vitolo se quedó para siempre en aquel verano de 2017, antes de que comenzase ese trasvase entre el equipo canario y el Atleti que apuntaba a todo y se quedó en nada. Con un futbolista machado el dolor físico y mental.

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