La larga lista de deberes de la sede de A Coruña para el Mundial
La financiación pública está aún sin acuerdo y no se conoce la privada. El Deportivo recela de la reforma de Riazor. Es la sede con peor nota FIFA.


El pasado 11 de diciembre FIFA anunció oficialmente las once sedes que tendrá España en el Mundial 2030. Tal y como se sabía hace tiempo, entre ellas estaba A Coruña, que 48 años después se anotaba el éxito de albergar de nuevo una cita mundialista. Una alegría para el Ayuntamiento, pero también una larga lista de deberes por definir y cumplir de una candidatura bajo lupa que alberga todavía muchas incógnitas, dudas y problemas a resolver que todavía no tienen una fecha concreta para su resolución.
El principal problema, a día de hoy, está en la piedra angular del proyecto: reforma de Riazor. El estadio tiene actualmente una capacidad para 32.490 espectadores y es absolutamente imprescindible ampliarla para poder acoger partidos de un Mundial. El primer plan presentado ante FIFA hablada de un nuevo campo para 48.000 personas con la construcción de un tercer anillo. Esta opción ya se ha desechado para apostar por un estadio para unos 42.000 espectadores que mantendría los actuales dos anillos, pero con la necesidad de ampliarlos.
El coste de la reforma se calculó inicialmente en unos 70 millones de euros, cifra que se ha ido elevando hasta los 90 en las últimas estimaciones. La financiación propuesta por el Ayuntamiento se dividiría en un 30% de capital privado y un 70% público. Según afirmó hace dos meses la alcaldesa Inés Rey ya habría un acuerdo con una empresa dispuesta a asumir la parte privada, aunque todavía se desconoce el nombre de la misma y las condiciones en las que entraría a formar parte de la sociedad que se creará gestionar la reforma del nuevo Riazor.

Tampoco la aportación pública está resuelta. El plan municipal planteaba que la Xunta asumiese el 40%, Diputación el 20% y Ayuntamiento el 10%. El conselleiro Diego Calvo ha manifestado la voluntad de colaborar, pero “financiando a partes iguales”, algo que choca frontalmente con el plan diseñado por el consistorio. De hecho, Valentín Fernández Formoso, presidente de la Diputación, contestó a Calvo que esa propuesta era “desproporcionada” por la diferencia presupuestaria de ambas instituciones. El enredo es todavía mayor, ya que la Xunta considera que el CSD también debería aportar parte del dinero para el proyecto.
Las diferencias y tensiones entre las instituciones es patente. De hecho, a principios de octubre estaba prevista una reunión entre las tres partes (Ayuntamiento, Xunta y Diputación) que se suspendió pocas horas antes de su celebración ante estas diferencias. Por el momento, no hay ninguna fecha fijada para celebrar dicha cumbre. Al margen del reparto de inversiones hay otro punto que todavía falta por abordarse: la futura explotación de Riazor. Además de nuevos locales, restaurantes y otras infraestructuras, un estadio por encima de los 40.000 espectadores permitiría albergar grandes eventos y conciertos de primera línea, la verdadera joya de los futuros ingresos.
A todo este enredo hay que sumar otro protagonista: el Deportivo. El club coruñés es el actual inquilino de Riazor y hace un año firmó un nuevo convenio con el Ayuntamiento. Juan Carlos Escotet, dueño y presidente del Depor, ya ha manifestado en varias ocasiones sus reticencias sobre la reforma y cómo le afectará al club. Abanca desestimó desde un inicio invertir en el proyecto y hay malestar por el desconocimiento que tienen del mismo. En principio las obras deben comenzar en 2026 y eso afectará de forma directa a los abonados blanquiazules.

El Deportivo, que a pesar de tener 30.000 socios, está registrando unas entradas en torno a los 25.000 espectadores, cifra muy alejada de los 42.000 que tendría el nuevo Riazor aunque exista lista de espera para abonarse. Además, tendría un impacto directo sobre los ingresos del club, ya que mientras dure la reforma el actual aforo de Riazor se vería sensiblemente reducido. Si las obras arrancan en 2026 afectaría ya de forma directa a los ingresos y el presupuesto de la próxima temporada. Desde la Plaza de Pontevedra aseguran que nadie les ha explicado cómo y en qué cuantía se les compensaría.
Enfrente, un Ayuntamiento que plantea el nuevo estadio y el Mundial 2030 como una inigualable oportunidad de ciudad. En el consistorio se considera que hay un proyecto serio y viable, reseñando que competidores de la talla de Valencia o Vigo se han quedado por el camino en la carrera mundialista. Reformar Riazor llevaría consigo una modernización del estadio, pero también de la propia ciudad, al margen de la impagable proyección internacional que proporciona un evento de la magnitud de un Mundial.
Esta tensa relación entre el consistorio y el Depor también queda patente con las subsedes y sus consiguientes campos de entrenamiento. En el caso de A Coruña son cinco: Ferrol, Betanzos, Ordes, Cerceda y Vigo, que lo hace con dos ya que incluye los campos de la ciudad deportiva de A Fouteza y A Madroa. Todas estas subsedes designadas deberán cumplir una serie de exigentes parámetros que marca FIFA y finalmente serán las propias selecciones las que elijan en función de sus necesidades y preferencias. En esta relación llama poderosamente la atención que no esté incluido Abegondo. La ciudad deportiva blanquiazul cuenta con unas magníficas instalaciones y se encuentra en plena remodelación tras una fuerte inversión del Deportivo, pero por ahora el club coruñés no tiene previsto que se utilicen sus instalaciones para los entrenamientos de las selecciones que acudan al Mundial.
Toda esta larga lista de deberes derivó en que A Coruña, aunque aprobada, recibiese la peor nota de FIFA en la valoración de todas las sedes españolas, portuguesas y marroquíes. La misma fue de 3,4 sobre 5, lo que no fue óbice para que Riazor esté propuesta como posible estadio para un partido de octavos de final. El informe es bastante crítico con la capacidad y calidad hotelera (2,9), aunque aún más baja es la valoración de las conexiones internacionales para desplazamientos (1,7). También en el informe se resalta la necesidad de mejoras en las instalaciones deportivas como ventilación, orientación de las gradas VIP y prensa o sostenibilidad.
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