El cometa Scheffler pasa por el PGA Championship
El estadounidense captura con 28 años su tercer grande a costa de Rahm e iguala otra marca de precocidad de Nicklaus y Tiger.


Pasen y vean. írenlo mientras puedan. Ocurre a lo sumo una vez cada 20 o 30 años. Es como un cometa. El cometa Scheffler. Fue avistado en la noche del domingo en los cielos de Carolina del Norte (EE UU), en Quail Hollow, capturando con un 71 (par para -11) en la última vuelta el PGA Championship, su tercer grande, el primero distinto al Masters de Augusta, que conquistó en 2022 y 2024. Su 15ª victoria en su quinto año en el PGA Tour. La enésima confirmación de que el mundo del golf asiste, todavía pero no por mucho tiempo perplejo, al mayor campeón que ha parido este deporte desde que Rory McIlroy vino al mundo en 1989. Esta trae de regalo un cheque de más de tres millones de euros, una exención de por vida en esta cita y cinco años en el resto de los majors.
Cinco golpes separaron en la tabla al texano de su compatriota Bryson DeChambeau, que dejó escapar la Copa Wanamaker un domingo por segundo año consecutivo en un nuevo baño de masas. Volvió a ser el más jaleado, es sin ninguna duda el favorito del público, pero de un tiempo a esta parte le cuesta rematar. Le sucedió también hace un mes en Augusta. Esa “energía” que le gusta “crear” con los aficionados a veces es un arma de doble filo. Le ha pasado factura esta semana en los últimos hoyos, los de Quail Hollow, la Green Mile, los más letales que se pueden jugar en un grande. Una barra libre de bogeys que cubrió en +4 a lo largo del fin de semana, abrochado con un 70 (-1 para -6) insuficiente. Por ahí se le escaparon las opciones de apretar a Scheffler. Este, una vez demostrado que la legión de outsiders que acompañaba a las estrellas del reparto no estaba por la labor de toserle, solo sintió el marcaje de Jon Rahm, al final octavo con un 73 (+2 para -4). Casi antes de empezar había abdicado McIlroy con su cambio forzado de driver. Terminó con un +1 para +3 la empresa de ganar dos grandes seguidos.
Rahm había jugado de inicio siete hoyos casi sin calles, en modo supervivencia. A un mal chip del desastre que nunca llegó. Cuando el driver le abandone, siempre le asistirán sus prodigiosas manos alrededor del green y eso no se lo quita nadie. Se tiró al cuello de Scheffler entre el 8 y el 11, zona propicia para un abordaje, y llegó a colocarse colíder. Tres birdies sacó aprovechando un par 4 corto en el 8, un par 5 en el 10 y un golpazo desde el bunker de la calle en el 11. Scheffler fallaba recurrentemente por la izquierda desde el tee y dejaba los nueve primeros que nadie vio venir, +2 con tres bogeys y un birdie de la nada en el 2. Ese es el quid de la cuestión. De la nada. De la nada, tras un 69 y un 68 discretitos, saltaba al liderato a última hora el sábado, cuando decidió convertir la ‘Milla Verde’, de donde otros saldrían corriendo si no hubiera millones y puntos de ranking en juego, en un desfile de su talento. Incluso cuando parece que no hace nada, está haciendo algo.
Un final agridulce para Sergio y Puig
Con un -2 para +7 que no corrige el desaguisado del sábado, en el que hizo +8, pero le salva del farolillo rojo, cerró Sergio García un PGA Championship que no ayuda en su candidatura a la Ryder, y que confirma su tendencia a la baja en una temporada que había comenzado de fábula. Ahora deberá buscar plaza para US Open y British en las previas, y se espera que juegue algún torneo de circuito europeo en su misión de impresionar a Luke Donald de cara a Bethpage Black. "Incluso si me ofreciera una de las invitaciones ahora, le diría que no. Ahora tengo que recomponerme y volver a lo de antes del Masters. Mostrar que puedo ayudar al equipo", reflexionó al respecto. Con un duro +8 para +6 concluyó David Puig un torneo en el que aun así ha crecido mucho, al que llegó con dudas por unos problemas en la espalda y del que sale transmitiendo la sensación de que está para un paso más.
De la nada, cuando pintaban bastos con Rahm al alza, birdie al 10, tres pares sin apuros, birdies reglamentarios al 14 y el 15, +1 en los tres últimos. Esos ya los jugaría desahogado ante el colapso de Rahmbo, que se plantó en el 16 a dos. Restar era casi una quimera, pero era menester mantener el tipo por si acaso. En cambio su salida se perdió a la izquierda de la calle y le quedó un segundo golpe diabólico. Bogey, seguido de dos dobles, los de la frustración incontenible, en el 17 y el 18 con sendas bolas al agua. “Creo que he sentido algo de nervios. No puedo explicar exactamente dónde, pero es que siento que no he forzado nada, que el proceso ha sido bueno”, explicó después. Salvo por ese mal rato, queda rehabilitado para la causa de los majors al menos hasta el US Open.
Su derrota es relativa, en tanto que parece que ha conseguido poner su swing en orden y se ha vuelto a dar la oportunidad de mejorar su registro en el Grand Slam, algo que no ocurría desde su marcha al LIV. Para ser justos, podría decirse que luchaba contra la lógica. Las mayores remontadas en un PGA incluían los siete golpes recuperados por John Mahaffey en Oakmont en 1978 y Justin Thomas en Southern Hills hace tres años, y seis golpes en otras cinco ocasiones: Bob Rosburg, en Mineápolis en 1959, Lanny Wadkins en Pebble Beach en 1977, Payne Stewart en Kemper Lakes en 1989 y Steve Elkington en Riviera en 1995. Él tenía que enjugar cinco, uno menos, pero ante un tipo prácticamente infalible en un escenario así, que ha ganado las siete últimas veces que ha salido líder en la jornada final. De las 22 ocasiones anteriores en las que alguien había jugado los últimos 18 con una renta de tres o más golpes en un grande, se había acabado imponiendo en 19.
Estar cerca de desbaratar la generosa estadística en contra es su victoria, la confirmación de que ha vuelto al lugar que le corresponde. No en la práctica, consideración que ya nunca perderá con un curriculum que incluye el US Open de 2021 y el Masters de 2023. Sobre el papel. El lugar que ocupaba precisamente cuando se enfundó la chaqueta verde en el que hasta ayer era su último gran domingo en un major. El de candidato a la etiqueta de ‘mejor golfista del mundo’. Un eterno debate que desde el declive de Tiger solo ha conseguido cerrar a ratos Scottie Scheffler, el hombre que ocupó el vacío de poder dejado por Rahmbo en lo alto de la jerarquía del PGA. Desde que este se sentó al banquete de millones del LIV, el texano, junto a McIlroy el golfista con el que prometía protagonizar un duelo a 20 años, la gran rivalidad que sustituiría a los Woods vs Mickelson, la resistencia a la OPA Hostil del LIV, ha ganado sin contar este ocho torneos, una FedEx Cup y un Masters, y le saca tres puntos a McIlroy en lo alto el ranking mundial, por mucho que este ya no refleje el cuadro completo de este deporte.
En la actualización de este lunes la brecha se ampliará, y las crónicas narrarán que el campechano Scottie se convierte en el tercer jugador desde la Segunda Guerra Mundial en conseguir 15 victorias en el PGA Tour con tres grandes antes de cumplir 29 años. ¿Los otros dos? Jack Nicklaus y Tiger Woods. También es el primero desde Seve que gana sus tres primeros por tres golpes o más. írenlo mientras puedan.
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