El próximo gol de Felipe Perrone mueve 11.000 millones
El waterpolista abandera el Programa de Manipulación de Competiciones del COI, que protege al deportista frente a apuestas irregulares. En París 2024 se apostó un 60% más que en Rio 2016.


“¿Cómo puede ser que con 39 años fuera tan ignorante? ¿Cuántas veces habré estado expuesto, sin saberlo, a situaciones de máximo riesgo?”. Son algunas de las preguntas que se formula en voz alta Felipe Perrone, uno de los mejores jugadores de la historia del waterpolo, quien se cita con AS en el Club Natació Atlètic Barceloneta, con su equipo ya en la final de la Liga y en la final a cuatro de la Champions, para analizar un fenómeno global. El campeón mundial con España, quien ya formaba parte de la comisión deportiva de World Aquatics, estrena rol como embajador del Programa de Prevención de Manipulación de Competiciones del Comité Olímpico Internacional (COI).
Se echa las manos a la cabeza Perrone al descubrir la adulteración, los amaños, la perversión del deporte que puede entrañar el mal uso de las apuestas. Y lo poco que, sin embargo, se sabe al respecto. “La magnitud es brutal, pero solo se habla de ello cuando se dan casos concretos. Yo no estoy en contra de las apuestas, pero sí quiero que se conozca la vulnerabilidad del deportista. Se cruzan una industria con un crecimiento brutal, que mueve muchísimo dinero, y deportes minoritarios, con lo que se acaba destruyendo el espíritu del deporte”, analiza.
Baloncesto, fútbol, tenis...
No se refiere tanto el crack mundial a la tentación a la que pueda sucumbir un deportista semiprofesional ante la posibilidad de ganar más dinero con apuestas que con su propio salario, como sí a su indefensión ante un mundo desconocido. Y no habla de waterpolo. Ni tan solo de fútbol. “Esto atañe a todos los deportes”, advierte. No en vano, en París 2024 por primera vez fue el baloncesto la disciplina que movió más apuestas: hasta un 27,8 por ciento, por el 25 por ciento del fútbol, el 21,2 por ciento del tenis y un 9,5 por ciento del voleibol, aunque se apostó en todos y cada uno de los 32 deportes olímpicos.

No en vano, y según los datos del Programa de Prevención de Manipulación de Competiciones a los que ha tenido AS, en los Juegos de París 2024 se apostaron 11.000 millones de euros, lo que supone un incremento del 23 por ciento con respecto a Tokio 2020 y de un apabullante 60 por ciento en comparación con Rio 2016, si bien este organismo no detectó ninguna adulteración durante su monitoreo de la competición.
Las cifras resultan todavía más llamativas en el país anfitrión, Francia, donde el incremento del volumen de apuestas fue de un estratosférico 385 por ciento respecto a los anteriores Juegos. Y, en el tiempo, las apuestas se repartieron en un 35 por ciento antes de las competiciones y un 65 por ciento durante el desarrollo de las mismas. Aun así, los 11.000 millones olímpicos siguen lejos de los 64.000 millones de euros que se apostaron en la Eurocopa masculina de fútbol de Alemania 2024, celebrada un mes antes de los Juegos.
Desglose de las apuestas en París 2024
Deporte | % de apuestas |
---|---|
Baloncesto | 27,8% |
Fútbol | 25% |
Tenis | 21,2% |
Voleibol | 9,5% |
Tenis mesa | 5,3% |
Bádminton | 5,1% |
Balonmano | 1,7% |
Rugby 7 | 1,1% |
Atletismo | 1,1% |
Deportes acuáticos | 0,9% |
Pero, ¿cuál es la vulnerabilidad del deportista? Expone Perrone situaciones prácticas. “Muchas veces te preguntan si todos los de tu equipo están disponibles para jugar un partido o si hay algún lesionado, y tú no lo sabes, pero no puedes dar esa información”, afirma. “Aunque lo que más te mata es cuando te dicen por redes sociales que han apostado por ti, por tu victoria o por que tu equipo va a ganar por más de siete goles. Eso destruye tu experiencia como deportista, te puedes cargar un campeonato porque, aunque no tengas nada que ver con la apuesta, lo tienes en la cabeza inevitablemente durante todo el partido”, asegura.
“Como capitán, tengo un constante ‘’ de jugadores que me enseñan mensajes de este tipo”, lamenta un Perrone que alerta de que “la sociedad tiene que saber que, con esos simples comentarios, mete a los deportistas, a los entrenadores e incluso a árbitros en un problema”. “Así como en el dopaje lo que haga otra persona de fuera puede tener poco impacto en ti, en las apuestas te influye y daña sin saberlo”, sentencia.
Lo que muchos deportistas no saben
Además de las apuestas propiamente dichas, sitúa el capitán de la Selección dos situaciones que en ocasiones también ignora el deportista. “Tú no puedes apostar ni en un deporte ni en un campeonato en que estás participando. Por ejemplo, un internacional de waterpolo en los Mundiales de Singapur no puede poner dinero en resultados de natación artística o de saltos”, avisa. Y otra igual o más importante: “Tú no puedes dejarte perder un partido pensando en que vas a tener un mejor cruce. Hablo con gente de otros deportes y me doy cuenta de que no están concienciados al respecto. Por eso es necesaria una educación hacia el deportista y hacia la sociedad”.

De hecho, ambos escenarios se dieron, y penalizaron, en Londres 2012. En bádminton, cuatro parejas (dos surcoreanas, una china y una indonesia) fueron descalificadas en dobles por haberse dejado perder para tener cruces más asequibles. Y en vela, el regatista irlandés Peter O’Leary fue amonestado por apostar 300 euros, una vez descalificado, por la victoria final de los británicos Iain Percy y Andrew Simpson: las apuestas estaban 12-1 y se embolsó 3.600 euros.
Además de difundir públicamente la problemática, como hace en su encuentro con este periódico, el nuevo rol de Perrone pasa por “explicar al deportista cómo bloquear este tipo de mensaje, no dar información y, en caso de que le intenten involucrar, reportarlo, porque está obligado. Hay canales, por ejemplo, en las federaciones”. Y lo puede hacer, en su caso, colaborando con el Comité Olímpico Español y World Aquatics. Porque “cuando vivía en los Balcanes (jugó en el JUG de Dubrovnik) sí veía que el tema de las apuestas era muy fuerte, pero España, sin ser ni mucho menos tan visible, es uno de los países del mundo en que más se apuesta”, destaca.
El sueño del certificado de dopaje, apuestas y salvaguarda
Por eso, el waterpolista iría un paso más allá: “Mi sueño sería que existiese un certificado de obligada presentación por parte de los deportistas antes de los campeonatos, que incluyera dopaje, apuestas y salvaguarda. Que recibieran charlas informativas para que, una vez firmado ese documento, ya quedara claro que actúan bajo su responsabilidad. Porque el deportista no sabe nada de todo esto”, vuelve a lamentar. Y apostilla que “la federación internacional de voleibol (FIVB), por ejemplo, sí cuenta con un certificado de este tipo, precisamente a raíz de un caso de dejarse ganar para tener un mejor cruce”.

Por ahora, cuatro son las reglas básicas promulgadas por el Programa de Prevención de Manipulación de Competiciones: “no arregles la competición, no apuestes por tu propio deporte, no compartas información sobre cuestiones de salud o tácticas deportivas, y si eres testigo o sospechas de una manipulación de la competición, debes denunciarlo a la Línea Directa de Integridad del COI”.
Queda trabajo por delante, en unas prácticas que trascienden al juego en línea, a internet y las redes sociales. Ya hace más de un siglo, por ejemplo, de una de las adulteraciones de una competición más flagrantes que se recuerdan, cuando en 1919 los Chicago White Sox se dejaron perder para que los Cincinnatti Reds conquistaran la Serie Mundial de béisbol, en un amaño que aún hoy se recuerda como el Escándalo de los ‘Black Sox’. Ocho jugadores fueron suspendidos de por vida. Pero el deporte ha ido recayendo.
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