Todo al Palma: el Cartagena, sin final de Champions de forma cruel

Lo mereció más, mucho más, pero el fútbol sala, como el deporte en general, no siempre es justo. Este viernes, el Jimbee Cartagena Costa Cálida rozó la final de la Champions League. Se quedó cerca por el marcador (3-2), muy ajustado, pero aún más por el juego, ampliamente superior al del Kairat Almaty, un histórico al que le valió con su acierto. En el resto de argumentos, perdió. El equipo español tuvo más posesión, controló el ritmo y disparó más, mucho más (61 disparos totales por 34 y 23 intentos a puerta por 8). Esta vez, sin embargo, ganó Goliat. El Kairat, campeón en 2013 y 2015, el equipo con más partidos en la máxima competición continental (110), impuso su jerarquía sobre el Cartagena, el único debutante en el torneo que había llegado a la Final Four. Ahora, toda la esperanza española recae sobre el Palma Futsal, ganador de las dos últimas ediciones, que a las 21:00 se mide con el Sporting , otro gigante.

De salida, la historia no le pesó al conjunto español, que se presentó al público de Le Mans, sede de una Final Four que vio llegar a más de un centenar de aficionados cartageneros, asediando la portería de Dennis Cavalcanti, un arquero de la ‘escuela Higuita’, al que relevó bajo los palos del Kairat para realizar sus mismas funciones: parar y, al mismo tiempo, ordenar y golear. En los primeros minutos, tuvo que esforzarse mucho más en lo primero que en lo segundo. Tras el pitido inicial, Pablo Ramírez, referencia ofensiva de los de Duda (cinco goles en Europa y 16 en Liga), avisó con un zurdazo. Luego, con un disparo seco desde la frontal, siguió Tomaz, jugador que le debía señalar el camino a su equipo, pues estuvo en ese Palma que, en 2023, conquistó la Champions como debutante. Y, antes de llegar a los tres minutos, el palo evitaba el gol de Gabriel Motta.

Los novatos, hiperactivos al compás de Mellado, ejercían de veteranos. El primer tanto, sin embargo, llegó de los segundos. Sin ideas ni fluidez, los kazajos recurrieron a la estrategia. Motta les abrió la puerta con una falta en la frontal y la ejecución fue perfecta: Zanotto asistió a la derecha y Alisson, con un trallazo, perforó a Chemi, que tocó, pero no paró. En ese momento, a cinco del descanso, el Cartagena ya doblaba en disparos al Kairat (22 por 11), que encontró el premio con su segundo intento a puerta (los de Duda ya acumulaban nueve).

17 segundos de VAR

El gol dejó tocado al Cartagena, que volvió al ring gracias a 17 segundos de VAR. Con ese tiempo para terminar la primera mitad, Mellado empató en una jugada vertiginosa. Mientras Allison pedía penalti en el área española por un posible agarrón, Pablo Ramírez corría y asistía para poner el 1-1. La jugada se revisó por la posible pena máxima, pero el resultado no cambió. “¡Fuera, fuera!“, gritó la afición cartagenera mientras los árbitros miraban la pantalla. ”¡Sí se puede, sí se puede!“, pasaron a corear tras la decisión y antes de que el videoarbitraje volviera a entrar en acción. Fue con dos segundos por delante. Darío, muy pillo, disparó directamente hacia portería desde un saque de banda, buscando que el balón rozara en alguien. Pudo haber o con el esférico tanto de Edson como de Kevin Arrieta, pero, en una decisión microscópica, esta vez, el VAR estuvo del lado kazajo.

Tras la locura, la segunda mitad empezó algo más calmada, pero siempre con el Cartagena un puntito por encima. El conjunto español, que vestía de negro, el color de la pista, era el que rompía la monotonía. De camuflaje, sus jugadores seguían siendo indetectables para el Kairat, al que Cavalcanti sostenía con sus manos. El guion se parecía peligrosamente a lo vivido en el primer tiempo. Y llegó el déjà vu. En medio de un tiroteo cada vez mayor del Jimbee, llegó el gol kazajo. A la contra, otra vez Allison (2-1), empezó a romper el sueño del Cartagena, que lo intentó hasta el final. Tuvo opciones, como en un balón que Caio Ruiz sacó bajo palos, pero Dennis, ese arquero que también marca, terminó siendo la diferencia con un tanto de portería a portería (3-1). En otra final de locura, con gol de penalti de Motta (3-2) y un tanto de Edson anulado por mano, no hubo milagro.

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