‘The Walking Dead, vol 1′. Una de las obras cumbre de la historia del cómic

Planeta, tras recuperar los derechos de la extinta ECC, reedita en formato de 8 tomos una de las obras más interesantes y trascendentes de la historia del cómic: The Walking Dead, una iniciativa que ya abordó tiempo atrás, pero que se quedó a medidas en sus dos últimos tomos por temas legales.

Tan importante es este cómic para justificar un nuevo relanzamiento, la respuesta es un rotundo y sonoro SÍ. No solo es una obra maestra del género de la supervivencia, es un icono del nuevo mundo editorial en el que el valor del autor por fin se imponía al poder omnímodo de las dos grandes editoriales, DC y Marvel. Robert Kirkman fue el ganador de una guerra que ya habían iniciado décadas atrás talentos como Jack Kirby o Alan Moore.

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Temas universales

El porqué del éxito de esta serie hay que buscarlo en los temas que toca, ya que este no es un cómic de terror con zombis, es una obra literaria que toca los mismos temas trascendentales que usó ya William Shakespeare cinco siglos antes: amor, celos, venganza, esperanza, poder, corrupción y muerte. A ello hay que añadir que en los 193 números que duró la colección hizo una presentación de los distintos sistemas sociales y políticos que han ido apareciendo en la historia: sociedades cazadoras, recolectoras, nómadas, la tiranía, la dictadura, la democracia… Robert Kirkman no pretendía asustar a la gente, aunque tampoco le importaba, él quería mostrar como se iba desmontando una civilización ante un suceso catastrófico y cómo eso influía psicológicamente en sus ciudadanos.

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Su conexión con el universo Juego de tronos

Este un retrato amplio y complejo de la pérdida de todo lo que ahora parece importante para volver a un estado tribal donde los más fuertes imponen su ley. Ello implica que no siempre ganan los buenos; esta obra, publicada por primera vez en octubre de 2003, jugaba con el impacto de que sus héroes murieran y que no siempre sus decisiones fueran moralmente correctas. Algo que tomó prestado de un tal George R. R. Martin, que justo en la década anterior publicaba Canción de hielo y fuego (1996). Al igual que en este libro, sus zombis no son más que una parte más de un paisaje que sirve para contar una historia mucho más compleja.

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Valor literario

Más allá de ser un cómic referencial, la obra de Kirkman está al nivel de otras grandes novelas del subgénero de ciencia ficción que puede denominarse posapocalíptico. Tiene una parte optimista de La Tierra permanece (1949) de George R. Stewart, pero sin duda pesan más las versiones pesimistas como ‘La muerte de la hierba’ (1956) de John Christopher, ‘Soy leyenda’ (1954) de Richard Matheson o ‘El mundo sumergido’ (1964) de J. G. Ballard. Todas ellas pintan un retrato duro y sin esperanza del colapso de la civilización y cómo el hombre vuelve a un estado sin ley donde la supervivencia justifica cualquier acción.

El guionista reconoce abiertamente la influencia de las películas de George Romero en su obra, de hecho es continuista del modelo zombi que creó el cineasta y del que define sus características en los primeros números de la serie: lentos, insaciables, incansables, se guían tanto por el ruido como por el olor, les afecta el frío y solo pueden ser parados destrozando su cerebro. Unas normas que no traiciona Kirman en ningún momento.

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Primer tomo

En esta edición de Planeta se recogen los dos primeros años de la colección, es decir, 24 números que originalmente salieron en formato grapa. El propio Kirkman explica que la obra se concibió en blanco y negro tanto para rendir homenaje a esas películas de zombis clásicas como para ahorrar costes de producción.

La historia se inicia con el protagonista, Rick Grimes, despertando del coma en un hospital vacío y en unas pocas páginas se explica el colapso de la civilización en solo unos pocos meses. Poco a poco va a descubrir el horror en el que se ha convertido el mundo y como estas experiencias traumáticas han cambiado a los pocos supervivientes que encuentra. El tomo incluye un inicio alternativo en el que Rick está viendo un telediario en el que se avisa de una epidemia en el que los muertos están arrasando Estados Unidos, un enfoque más sencillo y que hubiera condicionado toda la serie.

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En 2010 AMC adaptaba a formato serie con un éxito notable que la convirtió en un fenómeno social. Se respetaba su espíritu, pero era mucho menos profunda, inquietante, violenta y reflexiva que el original. Se crearon personajes ad hoc con bastante carisma como Daryl, Sasha, Tara o Jadis, pero el Rick de pantalla era más políticamente correcto que el de papel. Muchos de los shocks con los que se iban salpicando el relato se edulcoraban.

Este álbum abarca dos arcos argumentales, el primero se ambienta en los alrededores de Atlanta y sirve tanto para presentar a los distintos protagonistas como para sentar las reglas con las que jugará Kirkman durante 16 años. Es la parte en la que los zombis toman más protagonismo y la que más se encuadra dentro de un cómic de terror. El segundo arco, que empieza en el número 12, se desarrolla en una prisión. Un lugar que el grupo de supervivientes ve como un lugar seguro, pero que termina no siéndolo tanto. La verdadera naturaleza de la serie empieza asomar aquí: los personajes se van endureciendo y deshumanizando. El verdadero enemigo ya no son los zombis, como el propio Rick Grimes confiesa: “Nosotros somos los muertos vivientes”.

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El dibujo

El encargado de sentar las bases de la saga fue Tony Moore que se hizo cargo de los seis primeros números y las portadas hasta el 24. Es un dibujante y amigo con el que ya había trabajado Kirkman en su ópera prima ‘Battle Pope’, un cómic satírico que presenta una lucha entre el cielo y el infierno de una forma diferente, con un papa superhéroe que le da a todos los vicios: sexo, drogas y alcohol. El estilo de Moore se caracteriza por unas viñetas llenas de detalles, líneas finas y un talento especial para representar las emociones de los personajes a través de los rasgos faciales.

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A partir del número 7 entra en escena Charlie Adlard, un dibujante británico de la escuela de 2000 AD, cuyo trazo es más duro y que usa profusamente sombras más oscuras, algo que le viene a la historia porque consigue transmitir una atmósfera más pesimista y angustiante. Su pasión por el cine le lleva a buscar encuadres más agresivos, pero sigue en general las líneas marcadas por Moore. En lo que sí se nota una ganancia es en las escenas de acción, ya que Charlie ofrece encuadres más dinámicos.

Ambos tienen un respeto casi reverencial por la viñeta clásica, pueden optar por distintas composiciones, pero en ningún momento se salen del formato rectangular. Kirkman, como gran narrador que es, consigue transmitir mucha información con diálogos cortos y precisos, dejando mucho margen para que sea el dibujo el que cuente gran parte de la historia. En eso se parece a uno de los grandes talentos nacionales, Juan Díaz Canales.

Extras

Esta edición de Planeta incluye un artículo de David Hernando, un texto del propio Kirkman presentando la obra y todas las portadas originales explicadas por sus creadores.

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Conclusión

Este primer volumen de la enésima reedición de The Walking Dead sigue siendo una noticia para celebrar, para todos aquellos que no conozcan la obra de Kirkman o que sean fans de la serie de televisión es una excelente ocasión para adentrarse en un mundo más sombrío y complejo que el que se presentó en la pantalla. La edición está muy cuidada tanto en los extras como en la calidad de papel.

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Ficha

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