Argumentos, fe y altura de miras selectiva
Betis y Sevilla se miden en un derbi con favoritismo verdiblanco pero en el que los sevillista se agarran a su historia en los derbis.

El derbi sevillano es una historia repetitiva en el que la práctica contradice a la teoría. Solo así se explica que en las tres últimas temporadas de caída libre del Sevilla, el Betis haya sido incapaz de ganar ni un derbi. Cuatro empates precedieron a la victoria sevillista en la primera vuelta, a la que se llegaba de forma parecida: un Betis ilusionante contra un Sevilla gris. Y ganó el Sevilla. La teoría ahora es mucho más rotunda: el Betis pelea por la Champions y por ganar la Conference con un Isco estelar. Y el Sevilla...
En Nervión todavía resuenan los ecos de una Junta de Accionistas que demostró que el club es un circo. Nadie quiere a la directiva, con varios integrantes de corazón bético en la misma. Una de las guasas de la semana es que a Del Nido Carrasco es más probable que lo aplaudan en el Villamarín que en el Sánchez-Pizjuán. En Nervión se asume que tarde o temprano volverá a ganar el Betis un derbi que hace siete años que no festeja. A eso se le puede dar normalidad. Lo que atemoriza al sevillista es que todo apunta a una venganza por todo lo alto del Betis, que tiene muchas guardadas.
El bético, por su parte, se ve superior porque lo es y no duda de los suyos hasta que aparecen los once tíos de rojo corriendo por Heliópolis que se empeñan en darles el día. Da que pensar que a nadie le gusta el derbi. Al menos las directivas han enterrado el hacha de guerra y estarán juntas en el palco para demostrar “altura de miras”. Mientras, el entrenamiento del Betis estuvo presidido por una gran pancarta, que se permitió introducir en la zona de los ultras, en la que se leía “sevillistas hijos de puta”. Altura de miras selectiva. Y argumentos deportivos contra fe competitiva.
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