El fútbol gana al ruido
El FC Barcelona se impone a un buen Real Madrid en la prórroga gracias a un Lamine Yamal mágico y a un Koundé superlativo.

Veteranos y noveles. El éxito del Barcelona en la final de la Copa del Rey se sustenta en un argumento innegociable: el fútbol siempre gana al ruido. Ya se pueden montar pollos previos y organizar escenas lamentables en la previa, pero el encuentro fue maravilloso. El Barcelona lo ganó gracias a la combinación entre veteranos y noveles. Entre las asistencias de un Lamine Yamal inmenso, un Koundé decisivo y un equipo que logró lo que pocos han hecho: nada más y nada menos que ganar una final al Madrid, Remontando y en la prórroga. La remontada fue del Barça, que ganaba, perdió y volvió a ganar. El Real Madrid hizo todo lo posible para ensuciar la final en la previa a nivel institucional, pero luego en el césped jugó fabulosamente y tuvo muy cerca el éxito. El equipo blanco está muy por encima de la institución.
Pies en el suelo. El barcelonismo recibió ayer una lección de sobriedad. Llego el Barcelona a Sevilla convencido de ganar por goleada y dando la final por hecha. Sin tener en cuenta que se enfrentaba al mejor equipo que disputa finales. El Barça atropelló al Madrid en la primera parte, pero en la segunda el Madrid pudo decantar la final de su lado. Jugó mejor y acogotó a los blaugrana que se salvaron por una genialidad de Lamine y un gol de Ferran que Lewandowski no hubiera marcado nunca. Un baño de realidad que acabó salvando Koundé en la prórroga y un espectacular partido de Cubarsí. Queda mucho por hacer, pero este equipo apunta a escandaloso.
La pataleta funcionó. El numerito del Real Madrid en la previa funcionó a las mil maravillas. De Burgos Bengoetxea se amilanó con las entradas a Raphinha, se tragó la roja a Tchouameni, dejó que a Dani Olmo le dieran como a una estera y se comió, con la colaboración de González Fuertes, el penalti por agarrón de Ceballos a Cubarsí a la salida de un saque de esquina y luego otro de Rüdiger a Ferran Torres como una catedral. Espero que Real Madrid TV se lo tenga en cuenta. Está claro que acertó con no conceder el de Raphinha en el descuento del partido, pero luego se comió las tarjetas con los palos de Bellingham a Pedri. Esto de protestar sale bien... hasta que llega un equipo que juega mejor. El fútbol gana al ruido.
Dos planes. Flick tenía el plan de la final clarísimo desde hace, por lo menos, diez días. El Barça demostró de salida que iba a jugar a lo que quería y el Madrid, ante las lesiones de Camavinga en el último partido y la de Mendy en los primeros minutos se le notaban dudas. La imagen de entrada fue de superioridad total barcelonista. El Barça se sentía superior, el Madrid era consciente que tenía que fundamentar su partido en el orgullo y la resistencia. Incluso cuando el Madrid parecía tener el partido agarrado, el Barça reaccionó haciendo lo que muy poco equipos hacen ante los blancos. Remontar y ganar el tiempo añadido.
Seguir la idea. La clave de este equipo es que sigue manteniendo el plan de Flick. La alineación estaba clara desde hace diez días, los cambios planificados y de nuevo, como pasó en la Supercopa, se encontraron por debajo en el marcador y siguieron jugando igual a pesar de sufrir ante el mejor Real Madrid que se ha encontrado el Barça este curso. A este, también lo derrotó. La clave está en mantener una idea y seguir el camino.
El descaro. Dijo Araújo en la rueda de prensa previa a la final cuando le preguntaron por los jóvenes (hay que remarcar que el uruguayo tiene 26 años, lo que para mí ya es ser muy joven) que “veo a los jóvenes como si no fueran a jugar una final contra el Madrid”. Bendito descaro de una generación que acalla el ruido con fútbol.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí
Rellene su nombre y apellidos para comentar
Tu opinión se publicará con nombres y apellidos