En pie por Jesús Navas
Navas es el último gran héroe. El optimista que corría hacia ningún lado en el inicio de la jugada del gol más importante de la historia de España.

Sevilla. Lo último que me contaron anoche de Jesús Navas, aparte de que se ha vuelto un enamorado del ciclismo, es que, de no ser por la cadera, seguiría jugando hasta que tuviera 45 años porque, además de su privilegiado físico y la austera casa en la que vive en Los Palacios, el Sevilla y la carretera de Utrera, donde está la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros, y cuyo estadio lleva su nombre, son su vida. Así es su amor al fútbol, el que le ha dado todo. Mientras sus compañeros le hacían el pasillo antes de que entrase por última vez al vestuario de su Ramón Sánchez-Pizjuán, se me cruzaron por la cabeza su carrera eterna en el Camp Nou antes de hacerle al Atlético de Madrid el 2-0 en la final de Copa de 2010. También el centro a Kanouté en Glasgow. Hasta el pase que le dio al eterno Puerta contra el Schalke en el memorable Jueves de Feria que lo cambió todo en la historia del Sevilla.
Selección. Navas es el último gran héroe. El optimista que corría hacia ningún lado en el inicio de la jugada del gol más importante de la historia de España. El que en la última Eurocopa se pasó la noche llorando en la previa y en el post de la semifinal contra Francia porque jugó al límite de su salud para cubrir la baja de Carvajal. El que reunió a 14 millones de españoles en una semifinal de Copa Confederaciones en 2013 cuando marcó el penalti número 14 de la tanda contra Italia. El Sevilla, club señor, le prepara un homenaje de leyenda para el día 30. En un grupo de wassap muy selecto de jugadores de la Selección, Jesús ya les ha recordado que espera verlos a todos.
Leyenda. Hace ya como 20 años que en Sevilla nos preguntábamos si un futbolista elegido por los dioses podría llegar a estrella si su cabeza le jugaba malas pasadas al punto de querer marcharse por su propio pie de una concentración de pretemporada en Costa Ballena. Aquella noche estaba Monchi para protegerle. Y siempre estuvo el Sevilla. Navas se levantó. Pablo Blanco llamó a Del Bosque. Ya estaba listo. Y Navas se convirtió en un jugador de granito. “Indestructible”, diría alguno de los que le vio crecer. A sus pies, Jesús.
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