Rahm no se quita la losa
Hay una parte buena de lo vivido el domingo en el PGA Championship: Rahmbo ha vuelto a luchar por un grande. Y una parte mala: todavía existe algo que le paraliza tras su fichaje por el LIV.


Jon Rahm era un jugador que pujaba por ser el mejor del mundo. Incluso por entrar en la lista de los más grandes de la historia. Hasta que fichó por el multimillonario LIV. Y todo aquello se fue al traste. No sólo pervirtió sus propias palabras, hinchadas con el legado de Seve y con las esencias tradicionales del golf, para decepción de muchos aficionados que veneraban su figura; sino que su carrera sufrió deportivamente un frenazo en seco en los escenarios más ilustres. Rahm estaba en su derecho de elegir la senda del dinero, faltaría más. Pero en el fondo no debía estar tan convencido, cuando su juego se acogotaba cada vez que pisaba un major. El mismo Rahm que ganó el US Open 2021 y el Masters de Augusta 2023, y que soñaba con redondear la colección de los cuatro, patinó en los grandes en 2024, un año aciago que completó con su desplome en los Juegos Olímpicos. El vasco sí suma buenos resultados, y sobre todo regularidad, en la superliga saudí. Pero no podemos engañarnos. Su nivel daba para mucho más que eso.
Este año tiene otra pinta, y ya ha ofrecido algunos destellos en los dos últimos majors disputados. Se vio algo en el Masters. Y se ha visto, mucho más, en el PGA Championship, por el que llegó a luchar en la última jornada. Rahm empató a Scottie Scheffler a mitad de recorrido, que es mucho decir, y tuvo opciones de ponerse por delante. Su mirada y su juego recordaban al Rahm de las grandes ocasiones. Era el retorno de Rahmbo. Aunque no duró mucho. El de Barrika se derrumbó otra vez en la recta final. Con aspavientos visibles. Igual que en París 2024. Hay una parte buena de lo vivido el domingo: Rahm ha vuelto a luchar por un grande. Y una parte mala: todavía existe algo que le paraliza. Quizá la falta de competitividad en el LIV, tal vez la autoexigencia, la presión o los remordimientos de conciencia. El español necesita quitarse ya esa losa. Soltarse y fluir.
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