Xabi Alonso pone en marcha el contador
El Real Madrid es otra cosa, una bestia que exige rendimiento inmediato y títulos a raudales

Regresa Xabi Alonso al Real Madrid, ahora como entrenador. Le han bastado dos temporadas en el Bayer Leverkusen para ganarse un gran prestigio. No es lo normal, pero tampoco infrecuente. Pep Guardiola y Luis Enrique, por citar a dos de la escena nacional, arrancaron rápido y con éxito. El caso de Zidane fue meteórico. Del Castilla al primer equipo en un momento de crisis y de ahí a tres títulos consecutivos en la Copa de Europa.
Varios aspectos convierten la supuesta inexperiencia, el término que se asocia a los técnicos primerizos o con un recorrido escaso, en un valor indiscutible: energía, ideas nuevas y ambición. Les mueve un motor sin desgastar y a muchos de ellos un conocimiento exhaustivo de los rigores del fútbol.
Algo evidente conecta a Xabi Alonso con Guardiola, Luis Enrique y Zidane. Como ellos, fue un gran jugador, uno de los mejores del mundo en su posición, un jerarca del medio campo con una trayectoria pocas veces vista en el fútbol: Real Sociedad, Liverpool, Real Madrid y Bayern de Múnich. Le dirigieron todo tipo de entrenadores, la mayoría en el apogeo de sus carreras, desde Rafa Benítez en Inglaterra a Pep Guardiola en Alemania, pasando por Mourinho y Ancelotti en el Real Madrid.
Se podría considerar su recorrido como un perfecto ejemplo de diseño, coronado en la Selección con el título de campeón del mundo en 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012. Impresiona su bagaje como jugador, con fama de extremadamente analítico y astuto en sus decisiones profesionales. En cuanto al carácter, nadie pudo acusarle de pusilánime. Todo lo contrario. Donde jugó se comprometió sin reservas.
Sucede a Ancelotti, el entrenador con más títulos en la historia del Real Madrid y lo que eso significa en el club más exigente del planeta. Es un cambio generacional de primer orden en un momento de incertidumbres en el club. El Madrid no ha funcionado como se esperaba. Alonso cuenta con una ventaja: conoce bien la institución y sus peculiaridades. Le contrata el mismo presidente que le fichó en 2009, en la época más aguerrida de la rivalidad Real Madrid-Barça.
Vuelve en una época que, en cierto modo, remite a aquel tiempo. Encabezado por Lamine Yamal, la nueva estrella del fútbol mundial, el Barça autoriza a pensar en un futuro espléndido. Ha ganado el doblete, es un equipo joven y tiene apetito de victoria. Le toca a Xabi Alonso reconducir a un Madrid que ha dado impresión de equipo apagado, sin afán por el trabajo, pendiente de los chispazos individuales.
Hace dos años aprovechó la ocasión que le brindó el Bayer Leverkusen, en estado crítico cuando le ofreció el cargo, para transformar el equipo en la gran sensación del fútbol europeo. Cuando se habla de equipo de autor, es obligatorio hablar del Bayer que construyó Alonso. El éxito fue tan instantáneo como sorprendente. Acabar con la hegemonía del Bayern de Múnich en Alemania figura entre los desafíos más complicados que existen en el fútbol.
El Real Madrid es otra cosa, una bestia que exige rendimiento inmediato y títulos a raudales. Ni el éxito asegura una vida cómoda al entrenador. Alonso lo sabe perfectamente. De hecho, empieza su trayectoria en unas circunstancias muy complejas, con una nueva competición, el Mundial de Clubes que se disputará en Estados Unidos, encajada a golpe de martillo y petrodólares en un calendario sobrecargado. Comenzará en tres semanas y pillará al Real Madrid en pleno proceso de renovación, revisando altas y bajas en plena competición. No es lo ideal para el nuevo entrenador, pero Xabi Alonso sabe que el Madrid no entiende de mundos sencillos.
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