Una experta en moda confirma lo que hay que hacer si un vaquero está sucio o huele mal: no hay que lavarlo
En una entrevista con ‘El País’, la experta en moda Patricia Eguidazu, autora de ‘El día que dejé de comprar’, explica cuándo se deben lavar unos pantalones tejanos.


El pantalón vaquero, ese básico que hay en todos los armarios, es una prenda resistente y versátil, pero muchas veces no sabemos con qué frecuencia debemos lavarlo para mantener su durabilidad, apariencia y comodidad. Pues bien, de acuerdo con la experta en moda Patricia Eguidazu, autora de El día que dejé de comprar, no es necesario hacerlo tras cada uso.
De hecho, según ella, unos tejanos apenas hay que lavarlos: “Casi nunca. El dueño de Levi’s no los lava desde hace diez años. Un pantalón vaquero 100% algodón no necesita lavarse para nada. Si tiene una mancha, cepillito. Si huele mal, la ventana”, explica en una entrevista con El País.
“Si huele realmente mal, lo plancho para que se evapore todo el olor. Si te has metido en el barro hasta las cejas, pues, hombre, no te queda más remedio”, añade Eguidazu, para quien no es necesario meter en la lavadora con mucha frecuencia toda aquella prenda que no esté en o directo con el cuerpo o el sudor.
“Hay que lavarla menos. Está el problema de los microplásticos que suelta la ropa al lavarse, sobre todo, las que tienen fibras de origen sintético. Yo soy una firme defensora de que hay que lavar la ropa interior, o sea, calcetines, bragas, calzoncillos y sujetadores, y el top o la camisera que te pones y que sudas mucho. Más allá de eso, el punto no hay que lavarlo todo el rato”, explica.
Compras sostenibles
Para Patricia Eguidazu, vivimos en una espiral de compras compulsivas dentro del sector de la moda como “respuesta a la ansiedad, al aburrimiento o a la necesidad de entretenimiento”. “Con un armario equilibrado, una persona no necesita comprar mucho más de entre cinco y ocho prendas al año. Obviamente, dentro de todo esto hay circunstancias y también excluiría todo lo que tiene que ver con ropa interior o ropa de deporte que a lo mejor se puede desgastar con más facilidad”, manifiesta. Y añade que para que una compra haya merecido la pena la prenda ha debido de ser usada al menos treinta veces.
Y hace una advertencia: adiós al cambio de armario: “Los armarios son espacios de capacidad reducida y si no vemos todo lo que tenemos, no lo utilizamos. Lo del cambio de armario es un infierno. Pero, además, dejas de tener toda tu ropa a la vista. Con lo que está pasando con el clima, de repente en febrero hace calor y te compras algo. Luego, bajas la ropa del altillo o la coges del trastero para cambiar el armario y dices, ostras, si ya tenía un vestido de flores”.
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