Música

Mnak: “Soy el náufrago de mi propio disco”

El artista manchego culmina la huida de una dualidad que repugna con ‘Callao’, un trabajo musical que disecciona en una charla profunda con Diario AS.

09/04/25 ENTERVISTA AL MÚSICO MNAK
Angela Páramo
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
Actualizado a

A Ignacio Romero (Socuéllamos, 1997) se le escapó alguna lágrima cuando la bola de discoteca le iluminó el rostro. Era principios de abril y la sala Tucana de la capital había mudado su piel tropical para acoger una fiesta de americanas planchadas e inmensas, de gafas con cristales amarillos y de vaqueros acampanados. El Callao Late Night Show fue un reducto setentero en el que palpitaba la ilusión de un Mnak a punto de eclosionar. “Es que a Nacho le ha gustado siempre liarla”, dijo a un servidor un amigo de la infancia del cantante, apoyado en la barra del bar y visiblemente orgulloso.

En aquella ocasión presentaba Callao, un álbum debut que, al mismo tiempo, le permite gritar frente al espejo todo aquello que, por diferentes motivos, no ha hecho antes. Una propuesta melódica con once canciones que únicamente responde a sí mismo. Nada de personajes. Solo corazón. La huida de una dualidad y de una tortura mental que el artista manchego se dispone a contar a quien esto escribe en una azotea del centro de la capital justo después de pedirse un café.

-¿Qué has desayunado hoy?

-Café con leche [otro]. Luego me he ido al gimnasio y, como he comido a la una, no me ha dado tiempo a nada más.

-¿Nada más?

-Suelo desayunar café con leche, me voy al gimnasio y ya, cuando vuelvo, me hago una tostada de tomate y jamón casi todos los días. Lo relaciono mucho con Granada porque allí se estilaba mucho salir a desayunar por ahí, como casi siempre hace buen tiempo...

-Sin embargo, eres de Socuéllamos, que está en el corazón de La Mancha.

-Sí. Me fui muy joven, pero allí está toda mi infancia y todas mis raíces.

-Sales de un pueblo de 11.000 habitantes y terminas viajando a otros continentes, compitiendo frente a miles de espectadores y conociendo por la puerta grande la ‘gran ciudad’. ¿Cómo es ese contraste?

-Mi madre es malagueña, aunque siempre ha estado en el pueblo; y ha sido, además de viajar mucho, de hacerlo sola. Yo realmente me fui de allí porque ella me incitó a volar. Me dijo ‘aquí no puedes hacer nada, pírate de aquí‘. Y me fui bastante joven. Mis hermanas mayores, porque yo soy el pequeño de cuatro, también estaban siempre fuera, entonces hemos tenido mucho o con el mundo exterior. Los pueblos a veces se convierten en una especie de cúpula en la que no se puede ver más allá de los límites, pero yo tuve la suerte de que ya había visto ventanas al mundo.

-¿Cuándo saliste?

-Primero fui a Campo de Criptana con 16 años e hice bachillerato allí. Después fui a Granada. Cuando empecé en las batallas muchos se pensaban que era de allí.

-Has debido tener un cúmulo de influencias manchego-nazaríes curioso. ¿Qué te ha aportado cada sitio?

-De mi pueblo me llevo el arte de las relaciones, que no penden de un hilo. Allí duran mucho o para siempre. Como no estamos acostumbrados a que venga gente nueva, con los que creces es con quienes estás siempre. Y luego de Granada me llevo el que sea un sitio... (pierde la mirada, pensativo) En Granada conozco muy pocos granaínos. Siempre era gente de fuera que se juntaba allí porque iba a estudiar o por cualquier motivo. Granada era estar en la calle con gente nueva, descubrir cosas y aprender un montón de todo el mundo. Había mucho arte callejero y mi perfeccionamiento en la música y en el rap fue en Granada. Tengo bonitos recuerdos, tío.

Mnak: “Soy el náufrago de mi propio disco”
09/04/25 ENTERVISTA AL MÚSICO MNAK Angela Páramo

-¿Bebiste de la cultura flamenca?

-A mí es que el flamenco me gustaba antes de llegar a Granada. Allí se lleva, pero solo en la parte de los miradores, que es donde están los gitanos de verdad, que cantan que flipas. Pero se lleva mucho el rap y el callejeo; la rumbita. ¿He bebido de eso? Bueno, sí. Es que en Granada estaba muy centrado en el freestyle. Fue una relación directa con el free y otro tipo de arte, que allí hay mucho: gente pintando en la calle, bailando en la calle...

‘Callao’: descenso a los infiernos y la música como salvación

-Triunfas en el freestyle con un estilo muy marcado, que tiende hacia el rap más puro, pero lanzas un disco muy setentero que rompe con lo anterior. ¿Por qué?

-Crecí haciendo hip hop, crecí haciendo rap. Siempre he defendido los valores y la cultura. He sido muy purista y me negaba a todas las cosas modernas, pero realmente era porque no había visto otra cosa. Estaba muy negado desde el desconocimiento. Pensaba que era lo único que había y que el mundo se terminaba ahí, pero todo lo contrario: gracias a conocer a músicos y, en gran parte, a venirme a Madrid, me di cuenta de que me estaba quedando en una zona que solo ocupaba en mí un 10%.

En aquella época en la que sacaba boom bap cerrado ya tenía temas de rumba, dembow, reggaetón, rock... Pero nunca lo he sacado porque mi personaje se arraigó fuerte a eso y tenía miedo de romperlo. He estado callado. Entonces dije: ‘ya está, voy a sacarlo’. Por eso ha tardado tanto en salir el disco.

-Fueron tres años de gestación, ¿cómo y cuándo empezó a fraguarse?

-Esto empieza cuando yo vivo en Asturias. Tuve una ruptura en Granada y caí en una depresión fuerte. Me fui a Asturias a vivir con mi manager y ahí escribí un libro, que publiqué hace dos años, y comencé a pensar en la idea del álbum. Al principio quería que fuera de techno porque salía el tema de 1GR de amor. Luego conocí a estos chicos [la banda] y quise cambiarlo; quería hacer una cosa totalmente distinta.

Hemos hecho muchas revisiones del disco. No estábamos contentos, sobre todo yo, que soy un insatisfecho por naturaleza (ríe). Del primer disco que grabamos borré la mitad. Ya cuando hicimos varias canciones e identificamos una estética quisimos ir por ahí. Ha tardado tanto porque no encontraba mi sonido. Hasta ahora, que ya es mi sonido, mi identidad. Soy yo.

-¿Por qué los setenta?

-En mi casa se ha estilado mucho. Mi hermana es directora de arte en cine y decoradora, y mi otra hermana y mi madre siempre han estado muy ligadas a la cultura de los setenta. Nos ha gustado siempre esta parte de elegancia, de late night show, de los brindis, el flow Gran Gatsby. A mí me ha gustado mucho. Dije: ‘voy a quitarme el chándal y voy a hacer lo que de verdad me gusta’. Tío, yo he querido ser Frank Sinatra toda mi vida. Esa estética ha estado muy presente en mi vida siempre. Y la hemos explotado.

-El otro día, en la presentación del disco, vi un brillo especial en tus ojos.

-No sé si estoy feliz o triste, pero creo que es la primera cosa de la que me siento cien por cien orgulloso en mi vida. Creo que con el freestyle no he llegado a este punto; con mi libro me hizo mucha ilusión porque estudié literatura y siempre quise escribir uno, pero nada como este disco. Al final, por más cosas que vaya haciendo en mi vida, mi verdadero sueño, mi verdadera pasión, es y será la música. Por eso el otro día se me saltaban las lágrimas, que es algo que no me ocurría desde que se murió mi abuela.

-Si metes tu disco en una botella y la lanzas al mar, ¿qué mensaje querrías que llegase al náufrago que la encontrase?

-Yo soy el propio náufrago de ese disco porque, aparte de ser un trabajo musical, es un viaje. Siempre digo que si mi disco se tuviera que resumir en una canción sería The Weekend porque cuento subidas, calma, bajadas, ruptura y locura. Creo que el disco es un viaje por todo lo que he pasado estos años; y las canciones, además, están divididas por partes dependiendo de cuándo se crearon.

Lo que he querido transmitir es: ‘fuera todas las parafernalias, voy a ser honesto y hacer un disco con lo que soy’. Ya vale de personaje y de coraza. He estado siempre en una tensión constante acerca de si es verdad o no lo que muestro. Y este disco es verdad.

Es la primera cosa de la que me siento cien por cien orgulloso en mi vida

Mnak

-¿Es la eclosión de Nacho y un punto y aparte para Mnak?

-Siempre he rechazado esa dualidad entre personaje y persona. A mí el freestyle me gusta, lo que pasa es que desarrollé una cosa que me estaba costando mucho defender porque soy muy cambiante. Había veces que Nacho no quería hacer lo que Mnak tenía que hacer por automatización; y entonces yo, que no quería separar persona de personaje, hubo un momento en el que tuve que hacerlo. Con este disco no quería que eso pasara. Antes, cuando iba a entrevistas, estaba tenso y no sabía si lo hacía bien o mal. Y ahora me da igual porque ya no hay personaje ni persona. Ahora soy Mnak y Nacho a la vez.

-Entonces, ¿el Mnak de las canciones no es el Mnak de las batallas?

-Diría que no. Soy una persona que siempre ha tenido muchas inquietudes, mucha sensibilidad artística, y creo que en las batallas la pierdo un poco. Ahí muestro mi parte animal, mi propio Patronum, ese león que está dentro. En la música intento que todo sea más detallista, más cuidado; creo que no se parece mucho. El Mnak de la música no ha salido al mundo, pero el de las batallas sí; y el segundo ha llegado a convertirse en plástico porque todo estaba rodeado de plástico.

-¿Es difícil sacudirte esa etiqueta de freestyler cuando entras a la industria?

-Muchísimo. Esa idea ha dado muchas vueltas a mi cabeza, siempre he sabido que me iba a costar y que por más que yo sacara el disco, el público que yo tengo viene de otro sitio. Si tú te haces famoso creando tarros de arcilla y luego te haces cocinero, al final no todo tu primer público acaba probando tus platos. Y esto pasa todo el rato. La etiqueta también la tenemos a nivel de artista porque se tiende a desprestigiarnos. Es una cosa que me está costando y que me va a costar, pero tampoco puedo renegar del free porque me lo ha dado todo.

-Existe un estigma evidente sobre los freestylers que hacen música...

-Sí. Y yo lo siento, pero es normal porque a un gran porcentaje de los freestylers que hacen música les da igual [el arte]. Directamente hacen música porque dicen ‘soy famoso por esto, hago esto y me pego’. Y realmente es mentira. Eso solo ha pasado en Argentina. Aquí pasó con Walls porque lo hizo bien y porque es un músico que te cagas; aquí lo que hace uno le salpica a todos. Si lo hace bien, a bien; y si lo hace mal, a mal.

En la música pasa mucho. Ahora los freestylers se están dando cuenta de que son solamente freestylers y no sacan temas; antes algunos sacaban tres o cuatro al año y ahora directamente ni hacen. Dicen ‘no, es que no tengo tiempo’; y tiempo sí tienen, lo que pasa es que ni tienen dedicación ni quieren hacerlo. Todo eso, gente como yo, que ahora quiere salir al mundo con su música, lo tiene que arrastrar.

-¿Tienes pensado continuar en el circuito?

-No tengo nada claro. Ahora solo necesito separarme, ver mi disco con perspectiva y todo lo que quiero hacer. Estoy empezando de cero y no puedo tomar una decisión. Yo puedo seguir compitiendo, me veo para hacerlo; lo único que seguir haciéndolo sería continuar luchando contra ese estigma y tengo que pensar qué es lo que quiero y qué es lo que prefiero. No tengo nada cien por cien claro.

Mnak: “Soy el náufrago de mi propio disco”
09/04/25 ENTERVISTA AL MÚSICO MNAKAngela Páramo

-Tu libro, tu disco, tu faceta como freestyler... ¿Cuál es tu verdadero arte?

-Yo lo que hago es literatura. Todo el rato. Lo que tengo es una obsesión compulsiva con escribir. No soy músico, no sé tocar instrumentos, no tengo mucha idea de música en lo que a lo académico se refiere. Yo soy artista. Y si a mi libro le pongo una instrumental las páginas se convierten en canciones. Lo que me gusta es escribir y mi arte se basa en expresarme a través de mi palabra.

-De ahí que estudiaras literatura...

-Bueno, eso fue porque estaba un poco perdido (ríe). Quería irme del pueblo, estar fuera. Es más, cuando empecé a estudiar literatura dejé de leer. Tengo un rechazo a la autoridad continuo en mi vida; y cuando tenía que leer para hacer análisis, dejé de hacerlo y no volví hasta hace poco.

-¿Qué libro te hizo reengancharte?

-La insoportable levedad del ser. En mi época de bajón eché mano de libros de autoayuda o motivación personal y hubo uno que se llamaba Éxito que también me gustó bastante. Me pilló en el momento en el que necesitaba que me llegaran esas palabras. Al final, la gente te da un consejo cuando ve que lo necesitas.

-Te veo con las ideas bastante claras y lejos de aquella nube negra. Si el Nacho de hoy le diera, precisamente, un consejo al de hace tres años, ¿qué le diría?

-‘Cálmate, tío’. Le diría que se calmase, sí. Lo que he hecho estos últimos dos años ha sido darle vueltas y más vueltas a mis cosas, a mis emociones, a cómo me estoy sintiendo y cómo actúo. Por eso me jodía ir a entrevistas y podcasts: porque no tenía nada claro. Iba a una entrevista un día y al mes siguiente decía lo contrario en otra. Cuando no tienes una cosa clara estás todo el rato contradiciéndote. Y al darle vueltas a todo esto he llegado a muchas conclusiones.

-Te hacía falta calmarte para llegar a esa luz.

-Y, sobre todo, separarme de mí mismo. Si no lo ves desde fuera, el motor de dentro siempre está caliente.

El panorama del free visto desde su ventana

-Me comentaba Blon el otro día que el ritmo de vida de un freestyler es frenético y dañino, que él convivía con el miedo al olvido.

-Todo el rato. Al olvido, a que salgas al escenario y te puedan arruinar la carrera por algo que te digan; a perder. Tú sales a un escenario a dar un concierto y puede ir mejor o peor, pero en este caso, realmente, puedes perder el sueldo, el trabajo y pasar al olvido en cuestión de 15 segundos. Y es todo el rato subirte a improvisar. Blon y yo esto lo hemos hablado mucho. Hubo épocas en las que en un mes podíamos hacer siete u ocho eventos. Era una locura: avión aquí, avión allí...

-¿Y también en aquel tiempo concebías el free como rama artística? ¿O como deporte?

-Para mí siempre ha sido una rama del arte, pero poco a poco fue predominando la idea del deporte. Fue pisándome. Antes rapeaba diez u once horas al día; y estaba rapeando, no entrenando. Cuando entró la palabra ‘entrenamiento’... eso empezó a matarme. Realmente el primer año y el segundo de FMS fue cuando saqué mi estilo, y a la gente le gustó mucho por eso; pero llegó un punto en el que ya sabía ganar batallas haciendo una mierda de papel. Este año no lo he hecho bien y he estado primero toda la temporada y a punto de ganar. Lo que pasaba es que mi cabeza estaba lista para hacer una competición deportiva.

-¿Cómo ves el panorama desde la distancia que has marcado?

-No me gusta. Lo siento mucho. Nunca he sido consumidor de free. Ahora tengo una dualidad: nunca lo he visto, aunque en directo me mola mucho y me lo paso muy bien, pero sí que veo a Gazir. Aparte de colegas del gremio, somos hermanos. Él me ha pegado su ilusión y me gusta ver sus batallas. Ahora bien, no tengo ni idea de cómo va ni de cómo ha ido la Superliga. Estaba muy centrado en lo mío.

-Te ha pegado una ilusión que habías perdido.

-Siempre le digo: ‘buah, si me hubieras pillado antes...‘. Claro, cuando yo subí ya llevaba ocho o nueve años rapeando. Si me llega a ver en aquella época, cuando llevaba dos... No paraba. Estaba ‘obsesionadísimo’ con rapear. Cuando vivía en Granada era una locura. Me iba a la universidad a las ocho y pico, a las doce ya estaba rapeando con unos hasta las cuatro; se iban y estaba con otros, y luego me juntaba con otros hasta las doce. Todo el día.

-¿Crees que desde dentro se ha podido cuidar más el panorama?

-No sé. Nos llevamos muy bien. O sea, yo discuto menos con mis colegas del free que con mis colegas de fuera. Hay una convivencia, una paz, una armonía. Cuando coincidimos con gente de otro continente estamos todo el rato juntos y mola mucho; no deja de ser algo parecido a una excursión de colegio (ríe). Y con los supremos también: Asier y Pedro, los dueños de Urban, me caen genial. Y dentro de Red Bull igual. Todo se ha creado de voces externas que han ido incidiendo.

Sobre el futuro y sus objetivos

-¿Encontraste en esa pérdida de ilusión que comentabas y en la tristeza de aquella época una fuente creativa?

-¿Yo? Siempre. O sea, estando triste puedo escribir música feliz y triste; pero estando feliz, ninguna de las dos. No puedo. Trabajo desde la pena, casi siempre. Nube negra [su libro] y Callao son lo mismo, pero uno es un libro y el otro, un disco. Los dos nacen de aquel momento en el que me hundí.

-¿Dónde te gustaría verte en la música?

-Liándola. Ahora mismo sueño con llenar un WiZink. Y confío, que es una cosa que me ha faltado mucho siempre. Estos años he tenido muchos problemas de autoestima, de ego, de conducta. Y gracias a la peña que me rodea ha ido todo para adelante. Y, más allá del disco, estoy dando un paso al lado muy fuerte; lo siguiente que voy a hacer, si esto rompe algo, revienta del todo.

-¿De qué se trata?

-Me junté con la banda y reclutamos un par de músicos más. Estamos haciendo uno de los estilos de música que más me han gustado de toda la vida, que fusiona varios, pero que se enfoca bastante en el rock español. Tipo Marea, Extremoduro. Lo que he escuchado siempre. Es lo que me mola de verdad. Siempre.

-¿Más tirando a Extremoduro o a Robe en solitario?

-Ambos. Si es que me mola cantar y escribir poesía. Y sigo rapeando. Si quiero salir y encontrarme a mí mismo, tengo que hacer lo que de verdad quiero. Y lo que piense la gente se quedará en un plano secundario porque si vivo con ello, no avanzo.

-Si tuvieras que describir tu último disco en una frase, ¿cuál sería?

-Menos mal que he salido (ríe). Es un agradecimiento a mí mismo por no haber tirado todo a la mierda.

-Si en veinte años nos tomamos una cerveza en un bar, ¿qué te gustaría decirme?

Noticias relacionadas

-Te enseñaría alguna letra. En veinte años ya habrá pasado lo que tenga que pasar y únicamente me dedicaré a escribir y a contemplar.

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí

Etiquetado en:

Comentarios
Normas

Rellene su nombre y apellidos para comentar

Tu opinión se publicará con nombres y apellidos