The Horrors, adicción a la noche
La banda del cisne negro Faris Badwan pasó por Madrid ocho años después para presentar ‘Night Life’ y siguen desplegando su nocturnidad turbia y suntuosa.


Hay cosas que nunca cambian con The Horrors. Que Faris Badwan es un cisne negro sin arrugas, que en sus bolos en Madrid verás entre el público a Alaska y Mario Vaquerizo y que la música de estos británicos marida con la noche, de lo suntuoso a lo turbio. Ni siquiera cuando han tenido acercamientos a la luminosidad como con aquel Skying (2011) logran escapar. Tras un parón larguísimo de siete años y tres perdidos por el camino, The Horrors ha desenfundado Night Life y vuelven como lo dejaron: haciendo una oda a las neblinas de todo lo que sucede cuando cae el sol. Lo mostraron a su paso por la madrileña Sala Mon dentro del ciclo de salas organizado por Primavera Sound.
La interminable figura de Badwan, envuelta en un imposible outfit, se dibujó sin mucho preámbulo y con menos se lanzaron a mostrar una canción de Night Life, escogiendo Silence that remains (titulada Final Episode en su origen en el estudio, por cierto) y como el que no quiere la cosa, 16 años atrás en la máquina del tiempo. Para recordar que una vez fueron esos chavales que se cargaron la mítica bola del techo de la sala Moby Dick, acelerón con Three Decades y Mirror’s Images. El Primary Colours (2009) a la vena.

De aquellos Horrors sólo quedan su núcleo base, Faris y el bajista Rhys Webb, ahora acompañados por Amelia Kidd, Jordan Cook y Joshua Hayward; estos Horrors no difieren en exceso. El fallido V (2017) los devolvió a la cueva pero han salido con fuerza. Se pudo ver en esa descarga industrial con Silent Sister que ya le gustaría firmarla al actual Marilyn Manson. Un puente hacia temas de desarrollos largos como la imponente Sea within a sea (con guiño a Palestina) y también experimentos como tocar los siete minutazos de Lotus Eater que de tan electrónica prescinden del batería y el guitarrista. Un banda con un sonido impecable, que vive en esa delgada línea entre el underground y las líneas principales de los carteles festivaleros y que sigue bebiendo de los ochenta con un paladar exquisito. Como con antecierre, enrojecido con Scarlet Fields que no deja de embrujar con su bajo y la sensación festiva de Something to me by en la que hasta Bawdan acabó involuntariamente por los suelos. Grandísimos.
Las entradas para el resto del ciclo de Primavera Tours pueden adquirirse aquí.
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