Un hombre de 41 roba dos paquetes de carne picada en Japón y la policía le persigue durante 1000 kilómetros
Las autoridades dieron con el individuo, que recorrió una distancia equivalente al ancho de la península Ibérica, gracias a las cámaras del transporte público.


Debió ser como en una de esas películas de acción que echan de madrugada; justo después de que termine el blockbuster, cuando apenas restan minutos para la hora del lobo y el sueño, así como la pereza que reviste ver otra cinta cuya duración empalmará con el amanecer, hace acto de presencia. Debió ser así y no de otra forma porque son pocos los guionistas que hacen tan largo el brazo de la ley en un filme. Literalmente. Lo que ocurrió, tal y como recogió hace algunas semanas el medio especializado en información nipona Soranews, fue, en pocas palabras, que un individuo robó dos paquetes de carne picada y que esto y no otra cosa desencadenó una persecución policial a lo largo de todo el país.
Todo comenzó en la agitada ciudad de Sapporo, en el corazón de la prefectura de Hokkaido. El calendario marcaba el 17 de septiembre del pasado año. Un hombre de 41 años caminaba por la calle con cierta parsimonia rumbo a un supermercado; entró en el comercio, atravesó sus largos pasillos y agarró dos paquetes de carne picada, cuyo valor era de 184 yenes (al cambio, apenas una unidad de euro y 15 céntimos). No importó que el precio fuera más que razonablemente barato. Los ocultó bajo su chaqueta y trató de deshacer sus pasos.
Una persecución de cine
En la puerta del supermercado se encontró con un guardia de seguridad de 56 años, veterano custodio del lugar y experimentado centinela; este intentó detener al individuo, pero el ladrón fue veloz, empujó en el pecho al vigilante y salió corriendo con los talones dando palmas en su trasero. Huyó.
Al cabo de seis días, la policía logró rastrear sus movimientos gracias a la extensa red de cámaras de vigilancia que pueblan las calles japonesas. Fue así como lograron dar con el bandido, que había logrado escapar a la ciudad de Chita, en la prefectura de Aichi. Es decir, que había acometido una huida de más de 1000 kilómetros —esto es, para que el lector lo entienda, como si se roba un paquete del Mercadona en Barcelona y se huye a Lisboa—. Lo había realizado todo en transporte público, lo que había ayudado a localizar su paradero.
Tras el arresto, el sospechoso negó los cargos y aseguró no recordar el incidente. Pero la policía no estaba para bromas: al menos se debieron movilizar dos unidades y recurrir al trabajo de otras tantas para revisar un sinfín de cámaras y pistas. Por su parte, el presunto ladrón cruzó más de la mitad del país en apenas seis días. Y todo por dos paquetes de carne picada. No es de blockbuster, pero casi.
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