Boxeo

Sebastián Fundora busca consolidar su legado en la revancha ante Tim Tszyu

Fundora no quiere dudas en su revancha ante Tszyu que buscará sellar con fuego lo que empezó en 2024

Sebastián Fundora se prepara para la pelea de revancha del próximo 19 de julio
PATRICK T. FALLON | AFP
Ariel Velázquez
Especialista en periodismo deportivo con vocación en investigación y en artículos de largo aliento.
Estados Unidos Actualizado a

Cuando Sebastián Fundora camina por la calle, no todos saben que es boxeador. Algunos lo miran como si fuera basquetbolista extraviado. Alto como un poste (1.98 m), Fundora parece desafiar las leyes de la división superwélter. Pero una vez que suena la campana, los prejuicios se desmoronan. Y lo que emerge no es una torre estática, sino un incendio que avanza con ritmo latino, mezcla de Cuba y México, y una furia que se prende más cada vez que le recuerdan que su primera victoria sobre Tim Tszyu fue, para algunos, “discutida”.

Una historia de dos sangres

Sebastián nació en West Palm Beach, Florida, pero el corazón de Sebastián está dividido entre los recuerdos que le contaba su padre, Freddy Fundora, sobre el boxeo en La Habana, y la música que suena cuando su madre mexicana cocina en casa.

“Me crié entre uppercuts y comida mexicana”, suele bromear. No es sólo una línea de marketing: la familia Fundora vive y respira boxeo. Freddy, su entrenador, lo subió al ring casi desde la cuna. Su hermana, Gabriela, es campeona indiscutida en peso mosca. La guerra va en los genes.

Pero esta vez, la batalla no es sólo deportiva. Es personal.

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Tim Tszyu no es cualquier rival. Hijo de la leyenda Kostya Tszyu, el australiano parecía predestinado a dominar la división. Pero en marzo de 2024, un corte brutal sobre la ceja, provocado accidentalmente por un codazo, cambió el curso de una pelea que iba pareja. Fundora se mantuvo firme, dejó fluir su jab largo como látigo y acabó ganando por decisión dividida.

No creo que esa pelea llegara al final si no fuera por ese corte. Pero hice lo que tenía que hacer. Y ahora lo voy a dejar claro de una vez por todas. He estado entrenando duro y mejorando desde la primera pelea. El año pasado fue un gran año, pero este será aún mejor. Tim Tszyu es un gran peleador y estoy feliz de compartir otros 12 asaltos con él. Creo que le gané bastante bien la última vez, y tengo que hacerlo de nuevo”.”, dijo Sebastián en la gira promocional del combate del 19 de julio.

Tszyu activó la cláusula de revancha. Canceló planes de enfrentar a Keith Thurman y exigió revancha inmediata. Fundora pudo tomar otro rumbo: tenía en la mesa una pelea lucrativa contra el puertorriqueño Xander Zayas por el título de la OMB. Eligió renunciar a ese cinturón. Eligió volver a enfrentar al hombre que muchos creen no venció del todo.

“La sangre no me deja. Tengo que cerrarlo. A la gente no se le convence con cortes, se le convence con puños”, dice.

Fundora llega a esta revancha con una claridad inusual. En marzo, aplastó a Chordale Booker en apenas cuatro asaltos, demostrando que el poder aún habita en su estructura delgada. Tszyu también regresó al sendero del nocaut, venciendo a Joseph Spencer en cuatro rounds, tras haber sido noqueado por Bakhram Murtazaliev.

El escenario está puesto: MGM Grand Garden Arena, 19 de julio. Una noche que Fundora quiere convertir en sentencia. El pleito servirá como preestelar de la velada en donde regresará Manny Pacquiao.

Lo más desconcertante de Sebastián Fundora no es su altura. Es su estilo. Le gusta pelear adentro, donde los brazos largos pierden ventaja. Su jab puede medir la distancia, pero él prefiere reducirla.

“Así me enseñaron”, sostuvo. “Mi papá siempre me dijo: ‘Los Fundora no retroceden’”.

Ese ímpetu viene también de la raíz cultural. En cada golpe que lanza hay una pizca de los amateurs cubanos, pero también el boxeo mexicano que va hacia adelante y con sangre sobre el rostro.

No es común encontrar boxeadores de casi dos metros que no hayan sentido la tentación de subir de peso, de alejarse del castigo y buscar fama fácil. Pero Fundora quiere la pelea.

“Nadie pelea una pelea perfecta”, itió, “pero yo voy a acercarme más esta vez”.

Tal vez no se trate sólo de ganar. Tal vez lo que quiere es que ya nadie pueda decir que el corte definió aquella pelea. Que nadie ponga asteriscos sobre su reinado. Que su nombre suene en español con la misma fuerza que en inglés.

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