Hunter Brown y su racha de 24 innings sin permitir carrera con Astros

En algún lugar de St. Clair Shores, Michigan, un niño imitaba con devoción quirúrgica los movimientos de Justin Verlander frente al espejo. No jugaba, ensayaba. Brazo alto, mirada fija, paso largo. El reflejo no mostraba a un Cy Young, sino a un muchacho con el rostro de niño y una fe insólita en que ese ritual doméstico lo acercaría al mejor beisbol del mundo. Ese niño se llama Hunter Brown, y su reflejo ya no está en el cristal de su casa, sino en la imagen viva de un as de los Astros de Houston, que no ha permitido carrera en 24 innings, la racha activa más larga de Grandes Ligas.

Con apenas cinco aperturas en esta temporada, Brown ha dejado de ser una promesa para convertirse en algo más contundente: una amenaza silenciosa. Su más reciente exhibición, siete entradas impecables contra los Toronto Blue Jays en Daikin Park, fue una clase magistral de eficiencia y dominio. Retiró a 20 de los 23 bateadores que enfrentó, aceptando apenas dos sencillos de George Springer y Bo Bichette. El resto fue una coreografía quirúrgica de outs dentro del cuadro, roletazos mansos y ponches con ese repertorio que mezcla una recta de cuatro costuras que rozó las 99.2 mph, un sinker y un slider que corta como bisturí.

“Necesitábamos que viniera aquí después de la derrota de ayer (domingo) y marcara el tono, y Hunter es ese chico”, dijo el mánager Joe Espada.

Con esa actuación, Brown redujo su efectividad a 1.16 en 31 entradas lanzadas. Y, más importante aún, extendió su racha sin permitir carrera limpia a 24 entradas, la más larga en lo que va de temporada en las Mayores.

Desde 2022, ningún abridor de los Astros había hilvanado una racha tan dominante. Ni siquiera el propio Verlander. Sólo Cristian Javier, con 25 rollos. y un tercio, y Bryan Abreu, como relevista en 2023, pueden presumir algo similar. Brown, apenas en su tercera campaña, ya empieza a figurar en la historia de la organización texana.

La última vez que Hunter Brown permitió una carrera limpia fue el 3 de abril de 2025, en su apertura contra los Minnesota Twins. En ese juego, lanzó seis entradas, permitió dos carreras limpias y cinco hits, sin otorgar bases por bolas, y ponchó a ocho bateadores. Desde entonces, ha acumulado 24 entradas consecutivas sin permitir carrera limpia, la racha más larga en las Grandes Ligas en lo que va de la temporada.

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Hay algo hipnótico en su forma de lanzar. No es sólo la velocidad, que también, sino la economía con la que trabaja. En apenas 96 lanzamientos despachó las siete entradas ante Toronto.

Y lo más curioso es que esta narrativa de dominio tiene un prólogo inesperado: Brown no fue una estrella colegial de vitrina. Apenas recibió una oferta para jugar en la modesta Universidad Estatal Wayne, una escuela de la División II ubicada a unas cuadras del Comerica Park, donde solía ver a Verlander. En su cuarto año, lanzó como si se jugara la vida: 14-3 de récord, 2.21 de efectividad y un alto promedio académico La élite lo ignoró. Houston, no. Lo tomó en la quinta ronda del draft de 2019.

El niño que imitaba a Verlander ahora comparte su legado. No como aprendiz, sino como heredero.

“Simplemente salgo al campo e intento hacer lo mejor que puedo con mis habilidades, mi planificación de juego y demás”, dijo Brown tras el juego del lunes por la noche.

Veinticuatro entradas sin permitir carrera, donde los rivales se han estrellado contra su precisión.

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