Rays y Athletics, sin ventaja: el fracaso de dos equipos en parques provisionales
Mientras Rays y Athletics sobreviven lejos de sus estadios originales, sus números en casa son para sufrir
En una temporada tan larga como la de Grandes Ligas, hay una sensación muy particular que experimentan los peloteros cuando juegan en su parque.
No sólo se trata del eco del bat rebotando en las tribunas que conocen o las paredes de los jardines que tienen memorizadas No, va un poco más allá.
Es como sentirse en su propia casa. Y es que los beisbolistas pasan más de ocho horas en el parque de pelota. Llegan por lo menos cuatro horas antes del playball y se marchan más de una hora después. Por eso es tan importante acondicionar el clubhouse para su máxima comodidad.
Pero cuando disputas tus encuentros de local en casas prestadas, eso no pasa.
Los Tampa Bay Rays y los Athletics no sólo comparten el fondo de sus divisiones. También comparten una tristeza geográfica. En 2025, ambos viven en tránsito.
Los Rays, por un huracán que destrozó el Tropicana Field. Los A’s, por una mudanza sin retorno a Las Vegas que aún no tiene destino final.
Y en esa especie de limbo, los números reflejan una verdad incómoda: no hay ventaja de local cuando el hogar no existe.Dos estadios, un mismo exilio.
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Tampa Bay juega sus partidos en un estadio réplica del Yankee Stadium, en un complejo de ligas menores que a pesar de las modificaciones, se sigue sintiendo como la casa de primavera de los Yankees. Los Athletics, por su parte, se han refugiado en el Sutter Health Park de Sacramento, casa habitual de los River Cats, que ahora funge como sede temporal mientras el equipo espera el 2028 para inaugurar su nuevo estadio en el desierto de Nevada.
En total, ambos equipos suman 19 victorias por 30 derrotas como locales. En lugar de fortalecer sus registros desde la comodidad del hogar, estos dos clubes marchan sin brújula. El beisbol, cuando se juega sin raíces, también pierde el alma.
El fantasma del futuro en Sacramento
Lo de los A’s es directamente desconcertante. Bajo la dirección de Mark Kotsay, han mostrado un extraño desdoblamiento: fuera de casa son competitivos (14-9); dentro de Sacramento, parecen un equipo de desarrollo (8-13).
Su efectividad en casa es 5.81, una de las peores de toda la MLB (puesto 28). Los han superado 138 a 89 en carreras. Y los bateadores rivales, al llegar al condado de Yolo, se comportan como si fueran candidatos a MVP. En cambio, fuera de ese estadio, la efectividad baja a 3.88. Como si dormir en hoteles y no ver al gato del vecino les diera superpoderes.
Tyler Soderstrom, el receptor de apenas 23 años, ha sido una chispa ofensiva. . Pero el contexto los ahoga. Sacramento no canta, no vibra, no abraza. Sólo espera por ver a los mejores rivales durante una serie de tres encuentros. Así sucedió la semana pasa cuando Yankees visitó el pequeño parque de pelota.
Un estadio con acento neoyorquino
Para los Rays, la historia es igual de extraña, aunque con tintes climáticos. El huracán Milton obligó al equipo a abandonar el Tropicana Field tras quedar severamente dañado. Hoy, juegan en un campo que imita al Yankee Stadium, pero donde la acústica, la energía y hasta el olor a maní parecen falsos.
Aunque el equipo ha anotado más carreras que sus rivales en casa (116-107), hay un dato que duele: han recibido 40 jonrones, y solo han conectado 25. En otras palabras, los visitantes aprovechan mejor ese parque “de mentira” que los propios Rays.
Kevin Cash, el manager que llevó a este equipo a la Serie Mundial hace apenas cinco años, hoy busca respuestas con una nómina que combina experiencia y promesas. Yandy Díaz sigue siendo la cara del lineup, mientras que Shane McClanahan intenta volver a su mejor forma tras una cirugía que lo tuvo fuera en 2024. Pero nada alcanza.
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